¿SERÁN POSIBLES LOS
PACTOS A NIVEL NACIONAL?
POLÍTICA FICCIÓN 1
Una vez que se ha esclarecido
parcialmente el entramado de pactos, acuerdos tácitos, bloqueos, líneas rojas y
demás alimento de la política post-electoral, parece buen momento para hacer ficción.
Lo real es que Ciudadanos (de ahora en adelante C’s) ha pactado, directa o
indirectamente, con el Partido Popular en todos aquellos lugares donde éste
podía obtener el gobierno. Donde el PP no tenía tal posibilidad, han optado por
no establecer algún tipo de apoyo salvo la, rara, excepción de su apoyo al PSOE
de Andalucía. Por tanto, han quedado claras sus preferencias ideológicas y en
modo alguno son ese partido bisagra que opinólogos y periodistas dicen.
El caso de Podemos tiene sus
aristas también. A pesar de la claridad con la que se expresó el profesor Juan
Carlos Monedero (“La única solución para echar al PP del Gobierno es pactar con el PSOE”), el
grupo podemita no ha llegado a alianzas de izquierdas en todos los lugares,
permitiendo a los partidos de derechas gobernar importantes municipios como
Gijón. Igualmente, han estado exigiendo políticas imposibles tanto por falta de
competencias como de realismo. Aunque parece que sí están acordando pactos ante
situaciones que les podrían perjudicar.
El PSOE, pese a las soflamas de
giro hacia la radicalidad de algunas personas importantes del PP (por cierto,
con sobresueldos todas ellas), ha permitido, cuando no ha sido el partido
mayoritario, que partidos de izquierda hayan obtenido alcaldías importantes. No
sin haber negociado antes, lógicamente. Ha seguido una consigna clara frente al
Partido Popular que era la que se esperaba.
De cómo avancen estos gobiernos
el tiempo nos dirá y nos permitirá analizarlo. Ahora bien, toda esta amalgama
de pactos, trueques, gritos, suspiros y peleas ¿podrían darse a nivel nacional?
Veámoslo. Tomando los resultados a nivel autonómico, donde las tendencias de
voto son equiparables a las nacionales que a nivel municipal (en los casos de
Galicia, País Vasco y Cataluña hemos tenido que recurrir a los datos
municipales por no haberse producido elecciones autonómicas), la configuración
del Parlamento Español sería la siguiente (ver gráfico). El Partido Popular
obtendría 120 escaños; el PSOE 110; Podemos 36; C’s 17; IU 3; Coalición Canaria
4; Bildu 6; Compromís 7; CiU 15; ERC 10; PNV 8; y otros partidos regionalistas
13.
Como se puede observar la
fragmentación parlamentaria alcanzaría cotas similares a la de las primeras
legislaturas de la democracia actual y al parlamentarismo republicano. Ninguno
de los dos partidos mayoritarios estaría en disposición no ya de alcanzar la
mayoría absoluta sino de acudir a la mayoría simple con uno o dos apoyos
parlamentarios (como ha sido norma con CiU, CC o PNV). Solo utilizando los
mecanismos de la Democracia de Consenso
con participación tanto a derechas como a izquierdas, de los distintos partidos
posibilitaría un gobierno con una mínima estabilidad.
Situémonos en la parte derecha
del espectro político. El PP tendría casi imposible alcanzar pactos de gobierno
en su perfil ideológico. Dando por hecho que tanto Coalición Canaria como C’s
pactarían, es complicado que PNV y/o CiU optasen por formar gobierno junto al
PP. Primero, porque ambos partidos se encuentran en procesos secesionistas o
bien confederalistas que chocan frontalmente tanto con la ideología
conservadora del PP como de la de C’s. Y segundo, porque son tantos los
agravios cometidos contra los partidos nacionalistas que difícilmente podrían
encontrar explicación para su electorado en sus lugares de origen. Por tanto,
por la derecha no caben más posibilidades de pacto, ni de hacer pinza con
partidos de izquierdas.
En el lado izquierdo del continuum ideológico sucedería algo
similar. La suma de PSOE, IU, Podemos y los diferentes partidos regionalistas
de izquierdas (hasta 8) sí obtendría una mayoría absoluta. Ahora bien, el
consenso se torna prácticamente imposible tanto por pretensiones independentistas
como regionalistas, utópicas, etc. El PSOE no podría ser la punta de lanza de
un gobierno (que sería calificado de frentepopulista por la derecha ¡Nada nuevo
bajo el sol!) donde los acuerdos fuesen de mínimos y con un exceso de demandas
de muy distinto tipo.
Este panorama que aquí
presentamos como ficción ¿es factible en unas elecciones generales? Muy
factible aunque podrían existir ciertas variaciones en el voto como ahora
veremos. En nuestra ficción política hemos tomado los votos y los hemos transferido
al sistema electoral español de circunscripciones provinciales y utilización de
la regla D’Hondt. Por tanto, de repetirse el mismo comportamiento electoral de
la ciudadanía los resultados serían similares y con pequeñas modificaciones.
Ahora bien, ¿qué podría cambiar? Los nuevos partidos se van a enfrentar a la
realidad del hecho político en sí. Los partidos mayoritarios van a gobernar
bajo una presión antes desconocida. Y los partidos regionalistas afrontarán un
nuevo escenario político diferente a la región. Todos estos factores podrían
hacer cambiar el voto a favor o en contra de las diferentes opciones políticas.
C’s ya ha dado pasos, casi todos
en alianza con el conservadurismo, y de su actuación como coadyuvador del PP
dependerá que gane o pierda apoyos en los grandes núcleos urbanos, que es donde
reside su fuerza. Tal y como se comporten en estos meses seguirán siendo un
receptor de votos defraudados del PP o la ciudadanía utilizará el voto útil
para apoyar a la misma opción conservadora a la que han decidido mantener en
diferentes gobiernos. Esto es, para votar y que siga el mismo conservadurismo
gobernando se preferirá al original y no a la copia, salvo resultado sorpresa
en las elecciones catalanas donde C’s va a hacer una apuesta muy fuerte.
En el caso de Podemos (y su
entorno) sí van a afrontar responsabilidades de gobierno. Ello les marcará más
porque van a hacer un uso efectivo del poder público. Así actúen les potenciará
o les perjudicará en la proyección electoral. Los pactos de apoyo al PSOE les
perjudicarán menos, seguramente, que los realizados por C’s al PP. Podemos no
podía permitir gobiernos del PP y de cómo actúen como oposición pactada frente
a los gobiernos socialistas dependerá su pérdida de votos frente al PSOE (o tal
vez IU) o mantener ese apoyo en los grandes núcleos urbanos. Lo normal es que
su apoyo no ascienda e, incluso, pueda bajar en algunos sitios donde los
grandes poderes de la comunicación ejerzan mayor influencia. Curiosamente tanto
Podemos como C’s obtienen sus mayores apoyos en grandes núcleos urbanos donde
el impacto de los mass media es
mayor.
En el caso de los dos grandes
partidos, los apoyos no variarán demasiado y lo que pierda uno será ganancia
del otro. El PP ha perdido poder territorial, lo que le perjudica especialmente
en las zonas rurales, y el PSOE lo ha ganado. Si nada extraño sucediese esta
ganancia le reafirmará como opción de gobierno. Igualmente, los candidatos que
van a presentar supondrán un hándicap para sus partidos o no. Mariano Rajoy
tiene tras de sí el desgaste del ejercicio del gobierno, su inmovilidad, sus
sobresueldos y la corrupción interna de su partido. Mientras Pedro Sánchez es
un neófito candidato cuyo debe se
encuentra en la inexperiencia de gestión. Pero lo que parece seguro es que el
partido que obtenga la posición principal no obtendría más allá de 135 escaños.
Para que alguno se acerque a la mayoría absoluta haría falta un swing electoral que se antoja complicado
porque tanto en Cataluña (para el caso del PP) como otros lugares (léase
Navarra) ambos partidos tienen una presencia mínima.
Un factor clave va a ser los
pequeños grupos regionalistas. Según la proyección realizada obtendrían 13
escaños (eso sin contar que su no presencia, por la ley D’Hondt, cambiaría el
reparto sustancialmente) de presentarse a las elecciones y mantener los apoyos.
Por un lado, lo normal es que pierdan apoyos en las elecciones generales en
favor de los grandes partidos políticos nacionales o de los mayoritarios
regionalistas en uso del voto útil o el simple cambio de escenario político de
votación. Y, por otro lado, algunos podrían decidir no presentarse a las
elecciones generales por no verse identificados con ese espacio de acción
política.
En conclusión, lo más seguro, si no cambia la
situación de forma radical, es que los resultados electorales de las próximas
elecciones generales sean similares a los aquí presentados. La inestabilidad
será parte del juego político y, seguramente, la facción dominante del bloque
en el poder insistirá en una Große
Koalition entre PP y PSOE. Que de producirse sería la muerte política del
partido socialista. Pero, al fin y al cabo, todo esto no es más que política
ficción ¿o no?