publicado en Descubriendo.me el 12 de mayo de 2016
Desde que suscribió el acuerdo
con C’s, el cual fue un error como se ha demostrado, el PSOE se encuentra
deambulando como ese boxeador que ha recibido un golpe en el hígado y está
cercano al KO. Tomó la iniciativa por incomparecencia de Rajoy y el PP, pero no
porque creyera realmente que obtendría el gobierno. Era de ilusos pensar que C’s
y Podemos se entenderían cuando defienden intereses divergentes. Se agarró al
clavo ardiendo de la investidura y se escurrió.
Pedro Sánchez, en sus 20 meses
al frente del partido, ha conseguido lo que parecía imposible y que anhelaban a
derecha e izquierda, hacer de su partido, un partido insignificante, sin
capacidad de influir en la agenda política y carente de discurso o relato.
Vamos, en términos futbolísticos, al PSOE le meten los goles por todos lados
desde que lo dirige Sánchez. Y eso que hasta el momento no ha salido ningún
miembro del partido en los “papeles de Panamá” (aunque se rumorea en ámbitos
periodísticos que haberlo haylo). Se ha convertido en un partido de mayores (sus
votantes principales se sitúan entre los 50 años y más), en un partido quebrado
por dentro y con una militancia desanimada (solo hace falta acudir a cualquier
reunión socialista para comprobar que los y las militantes tienen una gran
rabia hacia el interior y gran desánimo exterior), y en un partido que se encuentra a la espera
de tiempos mejores. Salvo vuelco electoral inesperado, el secretario general
está muerto y solo esperan encontrar el día propicio para celebrar el enterramiento.
La encuestas parece que aún le
son favorables pero el pacto Podemos-IU puede generar un efecto bandwagon, que decimos los politólogos,
que le puede perjudicar en ciertas circunscripciones. Esto es, personas de corte
progresista pueden optar por subirse al tren ganador, no tanto por convicción
ideológica como por posibilidad real de acabar con el adversario, el PP. De
igual forma, ese efecto puede provocar aún más desánimo entre el electorado
socialista y propiciar la abstención. Las próximas encuestas, que ya nos darán
información sobre la coalición, seguro nos van a proporcionar una perspectiva
más adecuada.
Pero con una militancia velando
armas, para una época más propicia, es difícil que la capacidad de movilización
del PSOE vaya a estar a la altura de épocas anteriores. No se puede estar
pidiendo heroicidades a la militancia constantemente. Y desde la época de
Rubalcaba el PSOE lo ha estado haciendo. Y el agotamiento ha llegado a ellos y
ellas. Cuando uno habla con los cuadros medios y algunas y algunos dirigentes
del PSOE te transmiten la confianza en mantener el peso social y electoral que
poseen (incluso alguno te augura una victoria socialista), pero ni la mirada ni
el lenguaje no verbal te lo confirman. Es más, si insistes un poco en los off the record algunos y algunas te
responden con un ufff. Y si los
primeros que deben estar convencidos no lo están, difícilmente podrán convencer
a la militancia y al electorado.
No se atrevieron a cambiar a
Pedro Sánchez los miembros del Comité Federal y lo pueden pagar caro. Por mucho
charm o encanto que tenga el
secretario general, se ha demostrado que en el enfrentamiento cara a cara
(debates televisados y parlamentarios) no resiste ni un asalto y se muestra muy
incapaz. Si a eso le sumamos que mediática y personalmente no transmite por
carecer de un relato asumido, creíble y acorde al tiempo que le está tocando
vivir, es normal que las baronías hayan tirado la toalla y estén haciendo la
guerra por su cuenta. Que Ximo Puig esté negociando un acuerdo para el Senado
con Compromís y Podemos es una muestra clara de estar velando por los intereses
del PSPV, ante la desaparición del PSOE a nivel federal. Incluso Susana Díaz ha
manifestado que seguro que Puig está haciendo lo que cree mejor para el PSOE,
sin desacreditarle como ha hecho César Luena. Otro que cada día que pasa va
tornando su cara hacia la de un moribundo.
Que Susana Díaz va a cruzar el Guadalquivir como César
cruzó el Rubicón se da por hecho y eso es a lo que está esperando la dirigencia
y gran parte de la militancia. Por este motivo ella sí que va a dar la pelea en
Andalucía durante la campaña. Para legitimarse frente a Pedro Sánchez o
posibles aventureros. El resto intentará salvar los muebles por patriotismo de
partido pero poco más. Ni esperan ganar, ni esperan gobernar con Sánchez. Solo
están procurando que la agonía no se convierta en metástasis y poder refundar
el PSOE con un giro nacionalista y social. Intentarán hacer país, algo para lo
que se ha mostrado incompetente el actual secretario general. Claro que fue
elegido por ellos y ellas.