viernes, 29 de abril de 2016

Lo que le diría a Pedro Sánchez si estuviese en el Comité Federal



El sábado va a haber un Comité Federal del PSOE y parece que Pedro Sánchez va a conseguir salir con una nueva candidatura bajo el brazo para las próximas elecciones. Sorprende que un partido que años ha tenía un sentido crítico tan acentuado, ahora se encuentre totalmente callado. Por ejemplo, con todo el carisma y autoridad que tenía Felipe González, siempre tuvo personas enfrente capaces de hacerle las críticas necesarias y oportunas. Ahora parece que no hay nadie que quiera hacerlo. Pues, según mi modo de ver las cosas, argumentos hay de sobra para ello. Por eso, si yo fuese miembro del comité federal del PSOE le diría algo parecido a lo que van a poder leer más abajo.

Señor Sánchez bajo su mandato como secretario general del PSOE se han producido los peores resultados electorales desde que la democracia se instauró en 1978. Las elecciones autonómicas y locales de 2015 arrojaron el menor número de votos y concejalías de la historia electoral contemporánea. Parece haberse salvado la cara porque hemos logrado que compañeros y compañeras han obtenido, con ayuda de otros, alcaldías y presidencias autonómicas. Pero en la gran mayoría de las ciudades y pueblos de España nuestra presencia disminuyó hasta cotas alarmantes. Fue un fracaso en toda regla para el que no se quisieron poner parches y sí autoritarismo. En lugar de analizar los porqués de manera seria, se impuso la regla del miedo, la anatemización y la purga. Madrid marcó el camino de una política interna de conflicto y no de colaboración.

Y como no se quiso entender la realidad de los malos resultados, fuimos a unas elecciones generales con algunas buenas medidas que no estaban asimiladas por la dirigencia del partido. Se contrató (vamos una externalización en toda regla) lo que se podía encontrar dentro. ¿Para qué contar con personas exteriores al hacer el programa electoral? ¿Acaso no están los compañeros y compañeras participando en movimientos sociales? ¿No tenemos dentro expertos y expertas en la gran mayoría de las materias? Estoy convencido de que ni ustedes conocen el capital humano que encierra el PSOE. Y no lo saben porque no quieren y, mucho me temo, no tienen capacidad de verlo. Con todo y con eso no eran malas las propuestas, pero se presentaron en una campaña pobre y mal diseñada. Y digo pobre no por escasez de recursos materiales, sino humanos y de relato. Básicamente fue una campaña de Pedro, por Pedro y para Pedro. Con algún añadido de vez en cuando y con un lenguaje de mantra budista que no podía ofrecer más resultado que molestar por la vacuidad del mismo. Los mantras sin duda son inspiradores si se ha asimilado la filosofía general, no por el mantra en sí. Y luego la campaña en sí, con su escenografía general y con miedo, parecía diseñada por nuestros enemigos. La agencia contratada o los supuestos gurús sabrán mucho de benchmarking, SEO, SEM y demás, pero de política ni idea. Los patrones psicológicos que se siguen en política, por mucho que les quieran vender, no son iguales a los de las compras, por suerte. Existe un componente emocional e histórico que se encuentra incorporado a nuestro background neurológico que fue descartado. Por este motivo, entre otros, las capas ilustradas nos han abandonado. Porque ustedes les hablan como si fuesen espectadores de Mujeres, Hombres y Viceversa o Sálvame, no como ciudadanos adultos. Los cuales conforman el sujeto histórico del socialismo patrio, por cierto.

Como se vio, llegaron las elecciones y el batacazo fue de los grandes. Obteniendo incluso menos votos que en las elecciones locales y autonómicas. ¿Qué pudo suceder en tan corto espacio de tiempo? Un mal cartel electoral. Sí usted puede ser guapo pero con eso no basta. Listas hechas al antojo con amigas y amigos (y algún enemigo). Un discurso sagastista. Ya podía haber elegido a Lerroux que era un poco más populista. Y unas cincuenta cosas más que le podría decir pero me ocuparían toda la mañana.

El caso es que los resultados fueron nefastos pero la Fortuna le sonrió por una vez, dándole margen para una posibilidad de gobierno de izquierdas. Lo lógico es que usted hubiese sido cesado, porque el verbo dimitir parece que no se encuentra en su capacidad lingüística o práctica, pero se salvó en el último minuto pegándose un tiro en el pie. Negoció con miedo una propuesta para el comité federal del 28 de diciembre de 2015 que, prácticamente, le iba a impedir cualquier acuerdo lógico y racional. Por no tener valentía para enfrentarse a las baronías solo ganó tiempo antes de ir al patíbulo. Donde por cierto acabará. Ese 28 de diciembre, usted se puso el gorro frigio de rojeras de no pactar con el PP, pero le impusieron el cilicio de los independentistas por activa y por pasiva. Y sin vaselina ni otras medidas cauterizantes. Por tanto, lo que viniese después no sería culpa del empedrado sino solo suya.

Aceptó el reto de intentar formar gobierno pero fracasó. En solo dos o tres jornadas ya había cerrado un acuerdo con el representante más salvaje del liberalismo capitalista de España, presentando un proyecto liberal y dañino para las personas, que no para las empresas. Bien es cierto que no pactó con el PP azul del sobresueldos, pero acabó pactando con celeridad con el PP naranja. Fue a una investidura y la perdió. En ese momento debería haberse marchado, no tanto por haber perdido dos votaciones como por haber dañado gravemente su figura política. El discurso de investidura fue pésimo, carente de ideología socialista y centrado en el acuerdo malo. Claro que escribiéndole el discurso un guionista de Cuéntame no me extraña. Ahí se demostró que ni había discurso, ni había animal político, tan solo un apparatachik. Pero es que, además, fue a peor quedándose sin palabras para defender a un compañero que fue presidente o al partido. Como no lo tenía escrito en el guión... O sea que ni encajador parece ser usted. Se le comieron parlamentariamente hablando todos y todas las que intervinieron. Y no es que esperásemos de usted un dechado de virtudes, pero al menos que sí se supiese manejar con el lenguaje económico. Ni eso.

No quiso dimitir y se pasó dos semanas de postureo y de la "culpa es de los demás". Y justo cuando tiene al prepotente de Iglesias de rodillas para formar un gobierno de izquierdas, va usted y lo rechaza por no querer cambiar de novia. ¿Nos puede explicar, porque no lo entendemos, la fijación que tiene por lo naranja? ¿Hay algún fetichismo oculto en ello? ¿Se ha enamorado de Rivera? Porque por mucho que lo pensemos y le demos vueltas, no encontramos muchos y muchas una razón lógica a ese comportamiento. Y no me diga que fue porque usted estaba respetando el acuerdo del comité federal. No sería el primer secretario general que se salta uno y nadie le hubiese reprochado nada si hubiese aparecido aquí, hoy, como presidente del gobierno con el apoyo pasivo de los nacionalistas. La esperanza que enterró entre la ciudadanía de izquierdas, no crea, la va a acabar pagando. Y antes de lo que se piensa. ¿Pero si es que además uno de los intervinientes del acuerdo, Juan Carlos Girauta, se permitió escribir un libro difamatorio contra el propio PSOE, joder!. ¡Si es que le da gasolina a los pirómanos!.

Así pues, se nos presenta aquí con un doble fracaso bajo el brazo. Una constante pérdida de votos y confianza de la ciudadanía y una manifiesta incapacidad para formar gobierno, cuando podía. Así que no le eche la culpa a los demás como ha hecho en su discurso de apertura. La culpa es suya y de su equipo. Y, por lo tanto, debería dimitir y dejar paso a otra persona que, al menos en este breve espacio de tiempo, sepa mantener la dignidad de lo que significa ser del PSOE y de izquierdas.

Se que no lo va a hacer y por ello le voy a explicar que no existe ningún porqué lógico y racional para esa actitud que está manteniendo. Los indicadores electorales, primero, no muestran un claro repunte del PSOE. Entonces nada indica que, de repetir cartel y listas, el partido haya sacado un rédito al esfuerzo de acordar con el PP naranja o de estos cuatro meses de impasse. Segundo, tanto a derecha como a izquierda usted ha quedado como el culpable de no haber logrado un acuerdo de gobierno. Por la derecha por no votar en favor de una gran coalición. De ahí poco se podrá rascar. Y por la izquierda por haber corrido a abrazarse a Rivera y no separarse de él para firmar un acuerdo para la formación de un gobierno de izquierdas. Sí, ya le veo poner caras y me querrá decir que han sido ellos los que no lo han querido. Pero no me venda la moto porque antes de que se pronunciasen los representantes de Podemos, Antonio Hernando ya estaba diciendo en Espejo Público que o se incluía a C's o nada. Pues resultó ser nada. Y la segunda vez querían gobernar solos y con un cheque en blanco por dos años. ¿Si se lo ofreciesen a usted lo aceptaría? No creo. Y además siguieron insistiendo en que el PP naranja debía entrar en ese acuerdo de gobierno. Así que parece que a Rivera le acepta todo y a la izquierda solo le pone condiciones. Extraño, muy extraño. Sigo con los motivos racionales. Por lo tanto, si ni a derecha ni a izquierdas parece que usted vaya a atraer voto, la situación resultante puede ser similar o peor.

Tercero, podríamos aducir que por la brevedad de tiempo existente lo mejor sería no cambiar el cartel electoral. Tiene mucha lógica. En especial para aquellos y aquellas que están esperándole al final del camino, bien para cruzar el Guadalquivir (alea jacta est), bien para apuñalarle en las mismas escaleras del hemiciclo (tu quoque fili mi). El espíritu de César se cruza en su camino para mal o para peor. Sin embargo, si cambiásemos de cartel electoral y con ciertos retoques en las listas (algunas ya le están ayudando), daríamos a entender que a este partido aún le queda sangre en las venas, que el motor no está gripado como dan a entender y se observa en el día a día de muchas agrupaciones. Y usted me dirá ¿y a quién ponemos? Mi respuesta rápida sería que a cualquiera menos a usted y a su grupo de trabajo. Pero no me dejaré llevar por la sencillez, y le diré que a cualquier militante. hombre o mujer, que se sienta dolido por esta situación de vacío ideológico y político. Mire a esta sala donde estamos y podrá ver a cantidad de personas muy válidas para llevar adelante una candidatura. Así fuese de transición. Aunque yo preferiría que fuese de victoria y de deseo de transformar la sociedad. Por tanto, cambiar de cartel sería reconocer que la ciudadanía no se ha equivocado al votar y sí el partido con su proyecto. De esta forma, aún en el sentido más electoralista, igual podríamos obtener mejores resultados. Y no hablo de subir uno o dos diputados o diputadas, sino de una o dos decenas e incluso ganar.

Por eso le pido desde esta tribuna que tenga la honradez política de dimitir. Se que no lo va a hacer y que se está aferrando a la silla con todas sus fuerzas, Pero recuerde que César ya tiene preparado el ejército para cruzar el Rubicón y no faltará quien le traicione antes o después (alguna prueba vamos teniendo de esto). Es usted un cadáver político y a hora tiene la oportunidad de estar presentable en el ataúd y dar una oportunidad al partido. Mañana será tirado por el báratro y el partido, tal vez, haya recibido otro golpe del cual le cueste levantarse años. Renuncie y váyase a casa con dignidad. Pero no. Es usted tan egoísta que parece que ni el partido le importa. Y este es, por cierto, un mal que habría que erradicar del PSOE.

Algo así sería lo que diría si fuese miembro del comité federal. Pero como no lo soy creo que se irá de rositas llevando al partido a una muerte segura. Y lo peor de todo es que ni Izquierda Socialista le va a decir algo así. Está todo el partido a la espera de tiempos mejores y a que llegue un salvador o una salvadora o, directamente, el enterrador de las películas del oeste. Como dijo Ortega y Gasset, para una situación diferente, No es así, esto no es así.