lunes, 17 de octubre de 2016

DAR LA CARA, AUNQUE TE LA PARTAN



"El diálogo, relación de las personas,
ha sido sustituido por la propaganda 
la polémica,
 que son dos especies de monólogo".
El Hombre rebelde, Albert Camus

Hoy he podido tener la contraposición, en los medios de comunicación, entre dos posturas enfrentadas, sobre lo que debería hacer el PSOE. Por un lado Susana Sumelzo (El PSOE debe mantener su no a Rajoy) en El Mundo y, por otro, Guillermo Fernández Vara (Hoy por Hoy) en la cadena SER. Frente a la demagogia y la impecabilidad de muchos otros, estas dos personas han expuesto de manera racional argumentos a favor del NO y de la abstención. Tal demostración no debería extrañarnos pues lo lógico es un partido, que se dice democrático, es que haya un debate, un contraste de ideas y, si fuese posible, un posicionamiento dialogado. Mas causa extrañeza porque pocos son los que están dando la cara de verdad, aunque acaben partiéndosela.

El texto se Sumelzo acierta completamente al situar la defensa del No en el Contrato Social que suponen los compromisos electorales. Advierte, con agudeza, que el PP no ha cambiado su actitud respecto a su compromiso parlamentario (respeto por la cámara baja), ni ha cambiado de candidato (por responsabilidad política en casos de corrupción), ni ha hecho la mínima intención de cambiar sus políticas sociales. En un proceso de gradación, Sumelzo explica, evitando todo sentido pasional, esos porqués en favor del NO. Sin duda al articulo se le pueden hacer matices y contraargumentaciones (que no vienen al caso), pero su propuesta racionalista es encomiable y centra el debate en factores cuantificables y valorables sin caer en la cerrazón. Además, y esto es muy importante, añade al final del artículo la postura lógica a tomar en el próximo Comité Federal, realizar una consulta a la militancia. Huye del populismo y frente a la magnitud de la decisión a tomar, apuesta por una toma de posición general de la militancia, sin esconder los propios matices del problema.

En el otro lado del tablero Fernández Vara (que nunca ha escondido sus preferencias por la abstención desde el 20-D), realiza otra exposición alejada de la pasión y en clave racional. Si Sumelzo situaba el No en un contrato social, Fernández Vara sitúa la abstención en la razón de Estado. La inevitabilidad de un gobierno de Rajoy "hoy o dentro de 55 días con mayoría absoluta", por circunstancias sobrevenidas tampoco carece de lógica. Es más apunta a un mal que tenemos en España como es el cortoplacismo y no la mirada global. Para él, hay que hacer de la necesidad virtud y utilizar este tiempo en reconstruir el proyecto, el modelo de partido, el modelo de país y repensar la socialdemocracia patria. Visto fríamente tampoco carece de razón su exposición. Pero, a diferencia de Sumelzo, no cree que se deba consultar a la militancia por la bipolaridad que supone elegir entre sí y no, limitando con ello los matices posibles y olvidando la tradición representativa del PSOE.

Se podría argüir que la posición de Sumelzo nada a favor de corriente mientras que la de Fernández Vara se expone mucho más. Sin duda eso puede ser así, pero existen matices suficientes en su artículo para separarla de las posiciones impecables e irracionales de otros. Ambas posiciones son el punto de partida de un debate que se debe producir, pero que está siendo evitado. Sumelzo habla claramente de consulta a la militancia, algo que, salvo Izquierda Socialista, nadie ha solicitado claramente. Ella no habla sobre posiciones de poder o de personas, incluso deja a un lado el componente puramente ideológico. Habla de no romper los contratos sociales contraídos con la ciudadanía. Esto supone llevar el debate a, sobre si bajo determinadas circunstancias, debe pesar más el contrato al completo o la razón de Estado. Si hay que mantenerse firmes o hay que ceder. La única crítica que podríamos hacer a Sumelzo es que no plantea una alternativa concreta a no romper el contrato (también la carencia de espacio cuenta), como sí recuerda Fernández Vara (No a Rajoy y no a independentistas son parte también del contrato). Además, en favor de Sumelzo hay que decir que ella era parte de la ejecutiva federal y no es dirigente regional, por lo que se expone ella sola frente a los contrarios. Es consciente de que en unas terceras elecciones igual no iría en las listas, pero aún así da la cara por algo que cree justo, frente a la callada de otros en su misma posición (especialmente hirientes las vacaciones de Sánchez). No solo tiene valor su defensa racional sino su implicación personal, su salto sin red. Como ha hecho Fernández Vara al otro lado, por cierto (aunque él si tiene red).

En el lado del NO podrían decirme que están hablando muchos. Sin duda es así pero sin la argumentación de Sumelzo. Veámoslo. Francina Armengol ha defendido por activa y por pasiva el No al PP, pero ella misma ha roto el contrato social al hablar de un gobierno con los independentistas. Por tanto, siguiendo su misma lógica habría que consultar a la militancia sobre esa posibilidad también. Pero esto no lo ha defendido, ni la consulta tampoco. Miquel Iceta también se ha posicionado en favor del No y lo ha hecho desde el corazón. Pero ha introducido dos matices, uno similar al de Armengol (por lo tanto no hablaré del mismo) y un chantaje orgánico. Para él, decida lo que decida el Comité Federal, el PSC votará No. Como tampoco ha apostado por una consulta a la militancia, esto introduce una grave consecuencia como es no aceptar la democracia interna del PSOE (hasta que se modifiquen los estatutos o haya consulta, en el Comité Federal recae la voluntad general) y el intento de hacer, una vez más, del PSC un partido autónomo. El cual puede decidir sobre asuntos del PSOE, pero en el que el PSOE no puede decidir nada. Así pues está defendiendo desde el corazón otra cosa, aprovechando el caos.

Algunos podrán argumentar que alcaldes, mandos intermedios y personalidades están pidiendo que decidan los militantes. Les diría que piden primarias y congreso, lo que lleva a debatir sobre personas y cargos, pero no sobre abstención u otra alternativa. No piden consulta como Sumelzo. Luego están Borrell, Elorza o Pérez Tapias que apoyan esa plataforma. Y les contestaré que es loable pero que esperaba algo más profundo y racional de ellos. Que ayudasen a centrar el debate actual y a rebajar tensiones. Algo que no han hecho. Están en la posición del ciudadano impecable donde prima la posición ética/estética por encima de la propia realidad. Como el superhombre de Nietzsche se han situado más allá del bien y del mal y desde su montaña observan al resto de seres humanos. Hay que bajar a la arena y mojarse en el debate, aceptar que el otro puede tener algo de razón y que hoy toca consulta y no hablar de congresos. Que frente a la posición ética/estética hay una posición del manejo del día a día. Que los problemas financieros de las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos se resuelven no con postulados sino con políticas públicas (las cuales pueden y deben estar aromatizadas por la ideología). Su postura es digna y coherente, pero Sumelzo sí se moja al centrar el debate en la facticidad de las cosas. Se moja al no hablar de cargos sino de realidades y de decisiones que deben tomarse.

En el lado de la abstención, sin embargo, solo Javier Fernández, Fernández Vara y Torres Mora (Los buenos políticos van al infierno) se han mojado. Dejando a un lado su ideología, muy a su pesar (Torres Mora defendía el No en Julio), y han intentado racionalizar el dilema apostando por la abstención. Pueden o no tener razón. Pueden estar más o menos acertados que los impecables. Pero están dando la cara aunque se la vayan a partir. Y ello no les hace ser menos de izquierdas, como les califican, sino que exponen argumentos más centrados en la razón de Estado. Otros y otras callan y no están dando la cara en el grupo de la abstención. Y si lo hubiesen hecho, igual no presenciaríamos esta locura.

Todos aquellos que callan y utilizan a personas interpuestas (como Sánchez o Díaz) hacen un flaco favor al PSOE. Primero porque no ayudan a calmar los ánimos. Segundo porque el debate y la reflexión desaparecen en favor del bandismo, la confrontación y la irracionalidad. Sumelzo y Fernández Vara, al menos, intentan ese debate. Los otros prefieren la trifulca y el pescar en aguas revueltas. En tirar la piedra y esconder la mano. Y, tercero, los que no hablan, creo, algo deben temer o esconder. Y mucho me temo que son personalismos o intereses particulares.

El debate es claro, o abstención o terceras elecciones y que decida la militancia en una consulta o no. Hablar de congresos, pactos de gobierno alternativo, primarias o demás inventos s desviar la atención. Y quienes distraen la atención es porque o bien carecen de argumentos racionales, o bien ocultan intenciones personales, o bien están en el juego de poder interno del partido. El PSOE necesita situar el debate como ha hecho Sumelzo y ha contrapuesto Fernández Vara. Ahora es el momento de debatir sobre eso y no sobre otras cosas. Porque para debatir sobre el modelo de partido, la ideología o el modelo de Estado ya habrá tiempo más adelante. Contando, además, que tal y como están de exaltados los ánimos no deberían llevarse a cabo esos debates porque primaría la irracionalidad o la pasión y no la cabeza. Si algo queda de marxismo en el PSOE que sea el rigor del análisis científico y eso en un congreso exprés no es posible. Salvo que los superhombres nos lo quieran imponer. Y yo siempre fui de un mundano oscuro como Batman, no de Superman.

Me alegro pues del atrevimiento de Sumelzo y Fernández Vara. Si todos y todas hablasen igual de claro que ellos no habría este maremoto socialista y se hablaría de lo que hay que hablar. Pero como ya dijeron los expertos del análisis de masas (Le Bon, Freud, Tarde o Canetti), sin alguien que canalice la energía desencadenada por la turba, la masa arrasa con todo. Y en el PSOE no hay nadie que canalice eso. Por eso poner la cara intentando racionalizar y centrar el debate tiene un mérito enorme porque, en tiempos de incertidumbre, argumentar racionalmente, aunque sea contra la masa, es jugarse el tipo. Y eso en política es un valor a tener en cuenta. Lo fácil es dejarse llevar por la marea de la muchedumbre, alimentarla e intentar situarse en la cresta como adalid de la misma, pero nuestros protagonistas han intentado lo contrario. De ahí su mérito.