lunes, 11 de julio de 2016

LA VÍA CANADIENSE DEL PSC



Miquel Iceta, primer secretario del PSC, ha reclamado la vía canadiense para solucionar el problema catalán. Frente a esta propuesta el PP ha denunciado que la solución solo pasa por la defensa de la soberanía nacional. Desde el PSOE, Guillermo Fernández Vara ha pedido que el PSC se deje de aventuras nacionalistas o que deje de ser un partido aliado. ¿Por qué tanta inquina? Porque la propuesta de Iceta es de una estupidez intelectual enorme. Solo plantea la vía canadiense para el posible referéndum de autodeterminación.

Soy de la opinión de que un referéndum de tales características, siempre y cuando se respeten ciertas circunstancias vitales, sociales y políticas, sin duda es una vía para la solución del conflicto. Ahora no se dan esas circunstancias en sí por lo que no insistiré en el tema. Pero sí quiero analizar esa vía canadiense, o mejor llamarla quebecois, para demostrar el engaño histórico de Iceta y sus corifeos.

La solución quebecois, la real, se fundamenta en un nacionalismo cívico o político por ambas comunidades, por un respeto basado en el multiculturalismo (como bien ha estudiado Will Kymlicka) y por una sociedad libre. Todos estos condicionantes no se dan en plenitud en Cataluña. Hace años, en el pujolismo político (sí, el de Andorra y el 3%), autores como Ferran Requejo Coll o políticos como Pascual Maragall defendían la existencia de ese nacionalismo cívico en Cataluña. Todo ello como respuesta, para evitar comparaciones, al nacionalismo cultural del País Vasco, donde ETA asesinaba por ser distinto. Y la gente lo creyó. Sin embargo, había un germen culturalista (porque utilizar racista no sería correcto lingüística y conceptualmente) y sometedor en todas las acciones que llevaban a cabo la Generalitat, las Diputaciones y las alcaldías. El nacionalismo bueno debía ser protegido (así pensaban algunos) frente al nacionalismo malo (lo mismo que pasaba en Cataluña, ocurría mientras tanto en la Comunidad Valenciana, gobernada por el PP, ojo al dato). Pero ese nacionalismo bueno iba sojuzgando lo español poco a poco. Creando, de este modo, una sociedad exclusivista, culturalmente monocorde y antiespañola.

 Por eso defiendo que en Cataluña exista una "verdadera" vía canadiense. Esto es. Que toda la sociedad sea bilingüe y que cada cual elija su lengua vehicular durante su día a día libremente. Que puedan existir de facto colegios, institutos y universidades cuya lengua de uso sea el español (como McGuill y UQAM en Quebec), sin que estas instituciones sean perseguidas por ello. Que todas las señalizaciones sean en los dos idiomas. Que se pueda acceder a impresos oficiales en la lengua que cada ciudadano/administrado elija. Que los locales comerciales puedan rotular y utilizar el idioma que ellos deseen (en Barcelona se obliga siempre a rotular todo en catalán al menos, pero no se ponen esas trabas si rotulas en inglés o en pakistaní). Que, al fin y al cabo, exista libertad y respeto a ambos tipos de cultura. Eso no lo dice Iceta, porque al fin y al cabo no deja de ser parte de esa gauche divine que siempre ha estado en el poder, de esa burguesía progre catalana que realmente manda en el PSC. 

En Cataluña existe una carencia de libertad evidente. En nada se parece al modelo canadiense. Por tanto, aplíquese de verdad el modelo quebecois, sin persecuciones a lo español, antes de poder llevar a cabo un referéndum. Además, habría que hacer constar que gran parte de la deuda de la administración de Cataluña es producto de la imposición de lo catalán a toda la población, sin respetar la alteridad. Tantas subvenciones a canales de TV, radios, editoriales, etc., en catalán han costado muchísimos miles de millones a los catalanes. Si en vez de a esas cosas, se hubiesen destinado a las personas igual no estaban tan mal. España no roba, lo hacen los Pujol, los Más y el intento de que todo sea catalán. Si el modelo cívico de convivencia hubiese estado realmente presente igual las cosas hoy serían distintas. Además pregunto ¿los independentistas estarían dispuestos a respectar los derechos (lingüísticos, económicos, sociales, etc.) de los españoles que viviesen en una república catalana? Me da que no, porque lo mismo que ellos critican de España, es lo que hacen en su terreno político. Vayamos, entonces, a la vía canadiense de verdad, no a la imaginaria de Iceta y sus corifeos.