martes, 19 de abril de 2016

PSOE-PODEMOS: UN MISMO OBJETIVO DIFERENTES ESTRATEGIAS



En vista de que vamos a nuevas elecciones, salvo cataclismo cósmico, muchas y muchos se preguntarán por qué el PSOE y Podemos no han podido llegar a un acuerdo de gobierno. Si se analizan los programas electorales, las coincidencias son amplias y las divergencias realmente salvables. Si el problema fuese de personas habría que decir a las organizaciones y a esas personas que diesen un paso atrás en beneficio de la sociedad. Una sociedad que no está dispuesta a aguantar egoísmos mientras lo está pasando mal. Y todo ello porque objetivamente se dirigen a las mismas personas, el PSOE un poco más escorado a la derecha y Podemos un poco más hacia la izquierda. Incluso se podría decir que Podemos es el PSOE del año 1979. Por tanto, si yo me lo pregunto creo que otras personas también estarán con el por qué en la cabeza.

Tras darle vueltas, analizarlo con cierta profundidad y quitándome mis propia máscara ideológica, creo haber encontrado el hecho diferencial que imposibilita el acuerdo. Chocan por el posicionamiento y la estrategia política frente al sistema actual y el devenir histórico. Es decir, la contingencia es resuelta de forma diferente y con una visión futura distinta. Las políticas públicas a implementar podrían ser las mismas pero la finalidad no. Para el señor Sánchez, la ejecutiva del PSOE y las baronías el acuerdo con C's puede cumplir perfectamente las expectativas interclasistas que lo impulsaron. Esto es, frente a la contingencia de la crisis del capitalismo suturar la herida para salvar el sistema. Para Podemos, sin embargo, no hay que suturar la herida provocada por las contradicciones y la contingencia ya que es la única forma de superación del sistema. Por eso ni para la formación morada ni para el 21% de la militancia socialista el acuerdo es aceptable.

Ya los clásicos del marxismo post-Marx habían advertido que el proletariado o la clase trabajadora, como prefieran, no tenía una conciencia de sí misma respecto a su posición en el sistema y el devenir histórico. Parte de ello es el debate de conciencia en sí y para sí, sobre lo que no abundaré. También fueron dándose cuenta de que la historia no tenía por qué generar en la clase trabajadora al sujeto histórico revolucionario. En sí la historia no seguía una secuencia lineal tal y como habían afirmado Marx y Engels (y algunos pensadores liberales). Al contrario, pensadores como Bernstein, Bloch o Gramsci supieron ver que no había unidad y sí que existían posiciones fragmentadas dentro de la clase trabajadora. No solo intervenían factores como nación (en esto los austromarxistas fueron pioneros), cultura y/o religión, sino que también dependiendo de la posición de cada persona en el proceso productivo (aunque no se produzca nada en sí como ocurre en los trabajos burocráticos) existía una autoubicación distinta. El invento de la "gran clase media" es producto de este devenir histórico, por ejemplo. Por tanto, el llamamiento de los partidos de izquierda hacia la unidad de acción debía situarse en otro lado o en otro sentido. Los partidos socialistas y socialdemócratas fueron avanzando por la senda del interclasismo y los partidos comunistas por el camino del abismo. Existe numerosa literatura sobre ello y no insistiré en ello. Sin embargo, es obvio que frente a una unidad y conciencia de clase de la coalición dominante del bloque en el poder, existía (y existe) una diseminación, en parte natural, en parte provocada, de la clase asalariada. Una disgregación de pensamientos que aumentó con la entrada de nuevas demandas sociales como el ecologismo, el feminismo, el desarrollismo, etc. Todos los partidos fueron convirtiéndose en catch-all o atrapalo todo. Es decir, se manejaban en distintas variables y no solo en izquierda-derecha.

A esta situación de diversidad habría que añadir el cambio en el concepto de democracia representativa que se ha ido realizando. El sistema democrático ya no es visto como un sistema donde el demos es considerado soberano y donde la participación (por mínima que sea) genera ciudadanos y ciudadanas en su amplio sentido. No. Ahora la ciudadanía es considerada como una miríada de personas maximizadoras de las oportunidades que genera el sistema político para su plena satisfacción. Es decir, se aplica la lógica del mercado al sistema representativo liberal. Se constituye un sistema que es capaz de generar un equilibrio general enviando las demandas no-sistémicas fuera del propio sistema. Se pasó de un sistema, en teoría, de representación de intereses a un sistema de oferta y demanda. Un sistema falso como bien explicó C.B. Macpherson en su libro La democracia liberal y su época. Todas las teorías pluralistas y de elección racional no son más que justificaciones y legitimaciones de este modelo de democracia mercantilista.

Bajo estas premisas de diversidad y de democracia de equilibrio es donde juegan PSOE y Podemos, y respecto a ello es donde se encuentran las diferencias que pueden impedir un gobierno de coalición. Podría calificar cada posición como contingente o adaptativa para el PSOE y desarrollista o evolutiva para Podemos. El PSOE se adapta a la contingencia de responder a un sujeto político diversificado como lo harían unos grandes almacenes. Ante diversas demandas de "productos", propone ofertas para todos y todas las posibles compradoras. Si alguien es ecologista le ofrece desarrollo sostenible; si alguien feminista, igualdad efectiva; si alguien humanista, propuestas sociales; si alguien nacionalista unidad nacional y federalismo; etcétera. De esta forma va construyendo un discurso con distintos agregados sin importarle las contradicciones y sin tener un análisis social profundo. Como en un supermercado va llenando los estantes con productos diversos en distintas secciones para el consumidor político. Con esta estrategia espera ser el comercio político que más clientes atraiga, dejando su ventaja competitiva a un residuo histórico. Pablo Iglesias, Julián Besterio o, incluso, Felipe González son fotos colgadas en la pared de los fundadores y los continuadores de la empresa. Se apela a la tradición para establecer ese factor diferencial entre los demás competidores. Se maneja en la contingencia política mediante la adaptación a las circunstancias imperantes y mercantiles.

Por su parte Podemos, pese a actuar en un sistema político tipo mercado, tiene otro propósito y otra estrategia. Con razón se les ha calificado de populistas, porque lo son. Pero no en el sentido peyorativo en que se ha afirmado. los y las integrantes del partido morado son conscientes de esa diversificación existente entre la clase asalariada como dijeron los autores clásicos del socialismo. Mas su intención representativa no se encuentra inscrita en el puro mercadeo, existe un fuerte componente ideológico, teórico y grupal que les lleva a ser transversales, que no interclasistas. A pesar de que también, como parece lógico, utilicen los mismos mecanismos de mercadotecnia que los demás partidos. Provenientes de la tradición gramsciana que acaba expresándose en Ernesto Laclau y en Chantal Mouffe, lo que pretende la dirigencia de Podemos es representar esa diversidad de opiniones del sujeto histórico llamado a cambiar el orden actual. Para ello hay que conformar un bloque hegemónico donde confluyen esas diferentes perspectivas y anhelos de un mundo mejor y una superación del orden capitalista. Por ello son partidarios de una democracia radical y agonística. Esto supone ir acercando el cratos cada vez más al demos. Es decir, acercar al pueblo a los distintos recipientes de poder del sistema capitalista. Cambiar la poliarquía pluralista liberal y mercantil actual por una verdadera democracia. Por eso su visión agonística no entiende de competidores en el mercado político sino de adversarios en la consecución de los distintos cambios sistémicos que se necesitan.

Por esto Podemos no podía firmar nada con C's, porque esa firma sería un chalaneo mercantil (como el que ha hecho el PSOE, por cierto) con un adversario político que pretende asegurar las partes más importantes del sistema capitalista. Esto no lo ha entendido el PSOE porque se encuentra en plena subasta y compra-venta de políticas públicas. Por no entender este cambio social que pretende Podemos, el PSOE está haciendo el juego a la coalición dominante como miembro casi integrante del bloque en el poder. Cuando  en Podemos critican a los partidos del turnismo lo hacen porque PP y PSOE son fuerzas mercantiles de ese bloque en el poder que ejerce la hegemonía en España (y el resto del mundo). Podemos aún puede pactar reformas con el PSOE por cercanía ideológica y porque entienden que podrían atraerle hacia ese bloque hegemónico de cambio sistémico, no tanto por la dirigencia socialista como por las bases y los votantes. Pero nunca juntándose con un representante de la coalición dominante, ni mercadeando reformas. Y esto parece, igualmente, que no lo han entendido en Ferraz aún.

Oír a César Luena decir que igual el PSOE debería virar más a la izquierda hace sonrojarse a Izquierda Socialista (la corriente de izquierdas del PSOE) y a cualquier analista político serio. Ya no valen esos trucos del mercadeo y marketing. Si a Pérez Tapias le calificaron de radical durante la campaña de primarios, ¿vamos a creer que ahora la derecha del PSOE va a cambiar? No. Siguen sin entender que Podemos tiene fuerza por un posicionamiento ideológico, no por una oferta mercantil. Su "ventaja competitiva" es que lo que dicen lo llevan dentro y lo que pudiera decir la dirigencia socialista no se lo creen ni ellos ni ellas. Más le vale al PSOE comenzar a reconstruir su ideología y hacer caso a Izquierda Socialista, aunque sea por error. Y Gramsci cuando dijo que "la voluntad colectiva es resultado de la articulación política-ideológica de fuerzas históricas dispersas y fragmentadas". Esto lo han entendido en Podemos, en el PSOE no.

PS. La foto del artículo es de Nicos Poulantzas el gran olvidado del pensamiento socialista radical.