martes, 4 de octubre de 2016

LA OPERA BUFA DEL PSOE



En toda esta historia de batallas internas que llevamos sufriendo en el PSOE desde 2014, al menos, nos han estado metiendo goles a todos desde el minuto uno. Y lo peor es que con esos falsos argumentos, medias verdades e intrigas palaciegas han estado a punto de llevarse por delante el partido, si es que no lo han hecho. Para la militancia y los espectadores (neutrales o no) puede haber sido una batalla ideológica, de tácticas, de maniobras, de lo que mejor hayan entendido ustedes. Pero, realmente, ha sido una ópera bufa o un sainete (con poca gracia), donde cada actor/intérprete nunca ha sido realmente lo que el papel parecía ofrecernos. Lo mejor para entender esta obra en cuatro tiempos y una coda es hacer un repaso cronológico.

(Aviso que lo que viene a continuación está escrito con vehemencia, aunque respetando la veracidad de los hechos, y con la única intención de situar a cada cual en su verdadero contexto escénico. He evitado casi los análisis para no perturbar el contexto y me remito a la coda para ellos)

Movimiento I: Andante

Cuando Rubalcaba dimite tras el mal resultado de las elecciones europeas de 2014, no sabía que estaba destapando la caja de Pandora socialista. No había nadie realmente dispuesto y con cierta autoridad para coger el rumbo de la nave socialista. Madina llevaba tiempo trabajando y preparando su candidatura para a la presidencia del gobierno (aceptaba una bicefalía con su mentor Rubalcaba y realizar una suave transición a la secretaría general); Pérez Tapias estaba en su decanato granadino y presentando su libro sobre federalismo; Pedro Sánchez estaba en su mundo de apparatachik; Susana Díaz acababa de ser nombrada en Andalucía por aquellos que ahora están imputados en los EREs; y la siempre dispuesta Carme Chacón estaba por esos mundos de dios haciendo a saber qué. Es decir, pilló a todo el mundo con el pie cambiado.

Aún así, tres aventureros decidieron dar el paso de aspirar a la secretaría general, aunque Madina insistió, de forma alegal, que fuese mediante primarias y no de la forma tradicional. Quería saltarse el contar soldados y comprar voluntades y salir aupado por la propia militancia. Pero recuerden que fue Madina quién insistió hasta la extenuación que fuese 1 militante, 1 voto. Hubo, por tanto primarias, y en ellas los rubalcabistas apoyaron a Madina (Fernández Vara incluído) y los demás a Pedro Sánchez porque veían en el vasco a un candidato muy autónomo y con autoridad. Pérez Tapias era el apóstrofe a todo ello, resucitando un sentido y ánimo de izquierdas que se creía perdido en el PSOE. Los madinistas intentaron que ese ala izquierda no pasase el corte de los avales, pero los sanchistas, analizando que les beneficiaba electoralmente, hicieron oídos sordos y validaron los avales.

Llegaron las elecciones primarias y la derecha del PSOE venció con su candidato. ¡Ojo, la derecha del partido! Creyeron, los que apoyaban a Sánchez, que el electo sería mucho más razonable y abierto a las sugerencia que Madina. Vamos más maleable. El Ibex35 ya había colocado con un sueldo de lujo a la esposa de Madina y ahora tenían a un candidato... guapo. En el congreso ratificador hubo reparto equitativo para todos y comenzaba un nuevo tiempo de, se presumía, felicidad para todos. Había triunfado la democracia, se decían para sí con la boca pequeña, y ahora tocaba comenzar la reconquista del poder.

Realmente unos y otros habían puesto la piedra del mal que luego les llevaría a la situación actual. Por parecer más demócratas que Pericles, habían inyectado el virus de la legitimidad, del autoritarismo y de la bronca en el interior del PSOE.

Movimiento II, Allegro ma non troppo.

Comenzó el segundo movimiento con la preparación de las primarias a candidatos y candidatas a las elecciones autonómicas y municipales. Salvo alguna bronca típica entre rivales, todo discurría con relativa normalidad y la ejecutiva, salvo en La Rioja y alguna parte de Galicia (en la que seguían las órdenes y deseos de Pepe Blanco, padre político de Sánchez), no intervino ni en favor, ni en contra de nadie y, aún menos, contra los dirigentes regionales.

Los únicos que daban la nota eran los miembros de Izquierda Socialista, los cuales pasaron su propio calvario por la cabezonería de algunos en no dar un paso a un lado (Vicent Garcés) y las intenciones de los históricos (especialmente los de Madrid) de cargarse a Beatriz Talegón (parte por envidia de su presencia mediática, parte por la ambición desmedida que manifestaba). Por tanto, quedaba un partido con Madina en los cuarteles de invierno y una izquierda muerta por incapacidad propia para articular nada que fuesen los egos y la nomenklatura (y siguen en lo mismo, por cierto). El camino quedaba expedito para Sánchez. Y bien que lo aprovechó.

Cuando todo parecía calmado dentro del PSOE, Sánchez, viendo que las encuestas no repuntaban y que él no calaba entre la población, frente al arrollador nuevo viento de Podemos y C's (obvio pues él era la reencarnación de la derecha del partido), y que se veía incapaz de ofrecer un nuevo discurso, decidió dar un golpe de mano y atizar donde creía contar con mayor apoyo de la militancia, Madrid. Decidió cargarse a Tomás Gómez por unas supuestas irregularidades en el contrato del tranvía de Parla. Se apoyaba en unas supuestas filtraciones del diario El País en las que se afirmaba que llegaría pronto la imputación. Así que decidió disolver la federación madrileña e imponer un candidato y nuevas listas. Que Gómez es un gestor pésimo, sí, pero eso no es óbice para utilizar una prerrogativa, para la que no contó con el Comité Federal, y hacer tal estropicio. Antonio M. Carmona se salvó por los pelos al carecer de candidato aceptable, aunque caería más adelante.

Sánchez utilizó su poder para dar un golpe de estado de Madrid y pasarse la democracia y las preferencias de la militancia por el forro del sombrero. Con esta actuación mandó un recado claro, aunque equivocado a mi modo de ver, sobre quién era el detentador del poder en el PSOE. Los jefes/dirigentes inseguros siempre recurren a este tipo de decisiones autoritarias para refrendarse frente al grupo. En la sociología de los grupos pequeños se ha estudiado en los clanes mafiosos, sectas y pandillas callejeras, cómo aquellos que carecen de auctoritas (por su saber, personalidad, actuaciones destacadas...) recurren a la crueldad y la violencia como punto de inicio de su poder en el grupo. Algunos solo recurren a una vez y otros, siguiendo el ejemplo de los homínidos (vean El nacimiento del Planeta de los simios para observar lo que estoy explicando), hacen de la potestas la base de su mandato.

Las elecciones pasaron y el batacazo fue tremendo. En muchas grandes ciudades se pasó a tercera o cuarta fuerza, pero la proporcionalidad sirvió para salvar la cara mediante acuerdos. Curiosamente aquellos barones que sí tienen auctoritas en sus territorios fueron los mejor parados (Extremadura, Aragón, Asturias, Castilla La Mancha...), pero el golpe fue terrible. La diosa fortuna quiso que, más preocupados por sus acuerdos, las baronías no criticasen en exceso a Sánchez en el comité federal. Hubo algún aviso por parte de Madina (considerado un renconroso), de lo que quedaba de IS y poco más. Esto lo interpretó Sánchez como una victoria de sus tesis y su modo de obrar y decidió convocar primarias para candidato a La Moncloa, sabiendo que nadie podría presentarse en su contra (Susana Díaz estaba a punto de dar a luz). No hubo candidatura alternativa y nadie pudo votar (es lo que tienen las primarias centralistas, oligárquicas y plebiscitarias). Comenzaba la disputa por ganar la elecciones.

Movimiento III: Adagio.

Las elecciones de diciembre de 2015 se presentaban como el momento cumbre o el camino al fracaso de Pedro Sánchez. Ya iba mostrando su prepotencia al hacer la campaña donde obviaba, bastante, a las baronías y centraba todo en su persona. Hubo jaleo al trastocar las listas a su antojo, en especial (¡qué fijación!) en Madrid, donde colocó a Irene Lozano (ex UPyD), la cual había insultado gravemente en el pasado reciente a los socialistas; a Zaida Cantera (ex-comandante de las FAS) y que se ha mostrado como una currante; y humilló a Madina al colocarle en una posición muy atrasada. Pero es que además, si se descuida un poco no pone a ningún candidato del propio partido madrileño. Esto no gustó en el seno del partido, pero por disciplina (mal entendida) se tragó. Y eso que numerosos barones y personas afines a Sánchez le insistieron en que no hiciese sangre a un compañero, bien visto en la sociedad, como Madina. Pero no hizo caso a nadie, pese a haber obtenido el apoyo Madina del 80% de las agrupaciones madrileñas. Quería evitar a un contrincante en el propio grupo parlamentario por si iban mal las cosas. Típico de las personas autoritarias, rodearse de los fieles e incapaces.

Su campaña fue un desastre postulándose como el "hombre del verdadero cambio" frente a Rivera e Iglesias y como el honrado frente a Rajoy. Dijo reiteradamente que no pactaría ni con el PP, ni con populistas, ni con aquellos que querían dividir España. Por favor, recuerden estas promesas. No ganó ninguno de los dos debates. En el debate a cuatro se quedó pálido cuando le insistieron que explicase su modelo federal y no supo, algo que también preguntó Rajoy días después en el debate a dos. Durante toda la campaña se le vio ir a remolque del PP y de Podemos y con un gesto adusto y de cabreo permanente. Un desastre de campaña.

Llegó el día de las votaciones y el PSOE bajó hasta los 90 diputados y perdiendo casi un 10% del voto. Siendo esto malo para un partido de gobierno como es el PSOE, a Sánchez no se le ocurrió otra cosa que manifestar la misma noche electoral que se estaba ante unos resultados históricos. Y no por malos precisamente sino todo lo contrario. Pero en su cabeza ya estaba desdecirse de lo dicho en campaña y mandar sus promesas al garete traicionando al electorado socialista. Ya pensaba en gobernar junto al PP naranja y esperando el apoyo de los "populistas". Y para ello no se le ocurrió otra cosa que pedir carta blanca al partido con el único fin de llegar al gobierno. Ahora no se recordará por la vorágine de las fiestas navideñas, pero así fue.

Le daba igual haber obtenido los peores resultados de la democracia, haber caído a cuarta fuerza en Madrid (su propia papeleta), él se sentía triunfante porque la suma de todos contra Rajoy daba y pedía carta blanca. Luego se vería que esa suma no daba realmente. Solo le quedaba salvar la cara ante el Comité Federal, que se intuía iba a ser muy crítico y le podría pedir la cabeza. Al pedir la carta blanca hizo que las baronías le dijesen que no todo valía para ser presidente del gobierno. Por ese motivo convocó el viernes al consejo territorial y negoció una serie de líneas rojas con los dirigentes territoriales. Ni con PP, ni con independentistas. Al fin y al cabo casi lo que se había prometido al electorado. Por lo que los barones salieron contentos de la reunión y aprobaron el día siguiente el documento. Así pues fue él quien estableció las líneas rojas que tanto ha cacareado. El ansia viva por ser presidente del gobierno le podía.

Como recordarán, una vez el cobarde Rajoy declinó la investidura, Sánchez aceptó probar fortuna... para ir corriendo a los brazos de aquellos con los que más a gusto se encuentra, Ciudadanos (el PP naranja, el centro liberal, o el calificativo que deseen). Negoció en menos de una semana 250 propuestas que tuvieron críticas en el seno del partido. Recuerden los nombres para más adelante. Susana Díaz, Javier Fernández, Eduardo Madina e IS no estaban de acuerdo con gran parte de los puntos alcanzados. Y como veía que le podrían tumbar el acuerdo en el Comité Federal, sacó el plebiscito de la militancia para escapar. Otra vez utilizando a los de abajo en su pelea oligárquica. Evitó el debate (algo muy de su gusto porque no da para más) y realizó una pregunta oscura, incidiendo en que había que apoyarla porque le daría el gobierno al PSOE y a él. La disciplina volvió a actuar y sacó adelante la propuesta con un 80% del 50% de la militancia. Por vez primera dijo "o yo, o el caos".

El debate de investidura le pasó por encima como un panzer alemán y quedó malparado frente a sus otros contendientes. Rajoy le barrió. Rivera defendió mejor que Sánchez la investidura. E Iglesias le sacó de sus casillas pero sin capacidad de reacción. Cuando le achacó la cal viva Sánchez ni defendió al partido, ni a González. Eso olió a cuerno quemado dentro de la militancia (porque esas cosas duelen) y tuvo que salir al siguiente día a pedir perdón.

Para las siguientes elecciones volvió a demostrar su cariz democrático convocando primarias un sábado para entregar avales al viernes siguiente. Ni el aparato del partido casi pudo lograrlas. Según me han contado se validaron las duplicadas en papel y electrónicas, y aumentó el voto electrónico extrañamente los dos últimos días para obtener las 15.000 necesarias. En vez de aceptar, por la premura de tiempo, una confirmación de su candidatura, por la excepcionalidad del caso, del Comité Federal, el cual le podría haber dicho que no, utilizó un mecanismo democrático pero saltándose las reglas del juego. Vamos todo muy autoritario.

Movimiento IV: Vivace ad libitum.

Se celebraron las elecciones del 26-J con el resultado que todos conocen. Otra bajada del PSOE hasta los 85 escaños. Las cuentas en el hemiciclo seguían sin salir, pero el discurso de Sánchez esa noche fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de muchas y muchos en el PSOE. Su alegría se concretaba en que seguían siendo la fuerza más grande "de la oposición", que habían vencido ¡a las encuestas! y para más inri apareció con toda su tropa de fieles para un discurso sin ningún atisbo de autocrítica. hasta en Podemos habían admitido la derrota y el golpe que suponía. Pero el señor Sánchez nos mostraba una realidad paralela.

Insistía en la posibilidad de un gobierno del cambio, pero si antes no había sido posible un acuerdo C's-PSOE-Podemos ¿por qué iba a ser posible ahora? Tres posibilidades cabían para Sánchez: abstención pactada y draconiana; hacerse fuerte en el bunker de Ferraz; o dimitir. Eligió la segunda esperando forzar la situación y conseguir un acuerdo de gobierno. Pero ante todo, quería ver perder a Rajoy una sesión de investidura para no quedar él como el único en la historia que había pasado por ese trance. Su ego por encima de todo.

En el Comité Federal posterior, las baronías y los representantes de la militancia esperaban algún gesto por parte de Sánchez, bien mediante la apertura del debate, bien mediante una dimisión. Todo lo contrario, expuso en su discurso (que hasta en la sal de prensa sorprendió a mal) la posibilidad de gobernar y marcar una época de cambio y regeneración (recordemos que el PP tiene mayoría en el Senado y bloquearía cualquier cambio constitucional), que las cosas no habían salido tan mal porque seguían siendo segunda fuerza y que el PSOE estaba ante una oportunidad histórica. Ni un solo párrafo a la derrota, la asunción de responsabilidades, o una propuesta real de futuro. Él en su mundo.

Las críticas vinieron de todos los sectores, menos sus corifeos. Le pidieron reflexionar y abrir un debate otro día para ver qué se hacía. Pero no quiso escuchar a las baronías y, para dejarles contentos, les dijo que él respetaría las líneas rojas fijadas en Comité Federal del 28 de diciembre. Emiliano García Page salió pálido (literalmente) y el resto de críticos ponían unas caras de no entender nada. Sánchez se bunkerizó en Ferraz y puso en marcha la táctica de autolegitimarse, de radicalización del discurso y de ataque a los dirigentes regionales. Porque al igual que me llegó a mi la información, le debió llegar a él que los críticos iban a destituirle al primer Comité Federal que convocase.

Se fue un mes de vacaciones pero antes engañó a propios y extraños. Les prometió que votaría no en la primera investidura pero que se abstendría en la segunda con condiciones. Se lo dijo a Mariano Rajoy, a Felipe González, a Albert Rivera y a algunos dirigentes regionales. Por ese motivo estuvieron callados hasta que vieron que en la segunda votación el No era repetido.

En ese momento Fernández Vara, que se sentía engañado, pidió abrir el debate en el Comité Federal. Sánchez que sabía que se lo podrían cargar, prefirió esperar hasta después de las Gallegas y Vascas, pero lanzando ataques durísimos a Vara por medio de terceras personas. Este estalló y salieron todos los dirigentes a defenderle, como era de esperar. Ya había obtenido excusas perfectas Sánchez para mantenerse en el poder, pasase lo que pasase en las elecciones. Las cuales fueron otra derrota. Eso sí, antes de las elecciones, el jueves anterior a la votación para ser más concretos, César Luena filtró que ya había una acuerdo con Podemos y los catalanes para investir a Sánchez como presidente. Un bulo que fue rápidamente desmontado por los periodistas que cubren la información del PSOE. Porque fueron tan estúpidos que pasaron el bulo a quien no debían.

Pasadas las elecciones, Sánchez no solo no dimitió sino que intentó dar un autogolpe de estado en el PSOE. Tras llamar sulbalternos a los dirigentes regionales (escuchen su rueda de prensa del lunes) quitándoles toda legitimidad, convocó, nuevamente, unas primarias exprés (a realizar en menos de un mes) y un congreso ad hoc a su causa. Esgrimió que él estaba legitimado por la militancia y que para abrir el debate, nada mejor que lo debatiesen quienes le legitimaban a él. Yo, yo, yo, yo... egocentrismo puro y duro. Los críticos reaccionaron y ya saben todos lo que ha pasado. Bronca, bochorno, peleas, puñaladas y dimisión de Pedro Sánchez. El viernes antes de la bronca, cabe recordar, que Luena y Óscar López estuvieron llamando por teléfono a los miembros del Comité Federal para saber con cuántos soldados contaban. Al ver que eran insuficientes, decidieron que Sánchez diese una rueda de prensa exprés y de forma maniquea volviese al "Yo o el caos". Esta vez ganó el caos.

Coda.

Con el relato cronológico, matizado cuando era preciso, pretendo, primero, contextualizar la actuación de Sánchez; segundo, ver que las bases han importado poco en este período; y, tercero, observar que las legitimidades y las culpas están repartidas entre todos. Sin duda Sánchez y sus corifeos son los mayores culpables por enrocarse, bunkerizarse y fisurar como nunca al partido por un anhelo personal. Pero las baronías no quedan exentas de culpa por no haber actuado antes y no haber sido claros. Aquí van algunas conclusiones.

1.) Pedro Sánchez entiende que su legitimidad de las bases (recordemos que solo le voto el 33% real de la militancia) es una carta banca para actuar. Según su punto de vista, puramente bonapartista, la unión de su persona y la masa le legitima para actuar a su libre albedrío hasta el siguiente congreso. Y si tiene dudas, con realizar una consulta sin debate y sin oposición, y de modo plebiscitario (o me hacéis caso o me voy), es suficiente para ser democrático. Como él mismo afirmó el lunes 26 de septiembre, el partido debe, después de las primarias, estar unido y ser totalmente fiel a su secretario general. Esto es, una vez elegido no hay contrapoder democrático a su voluntad. Y lo increíble es que hay personas que, bajo el febril entusiasmo para-democrático, le compra el cuento. ¡¡Pero si os está vendiendo una dictadura unipersonal!!

2.) Sánchez y sus corifeos manifestaban que, puesto que él había sido por la militancia, debía ser la militancia la que le quitase. Esto es hacer trampas en el solitario porque en los estatutos no hay ninguna regla que dictamine cómo hacer eso. Y claro, mediante primarias es engañar porque no es que te quiten, sino que confían en otra persona que no eres tú. Y si no hubiese habido la obligación de convocar congreso ¿durante cuatro años qué primarias o mecanismo podría utilizar la militancia para quitarle? Ninguno. Pero es más. Salvo en las primarias donde fue elegido secretario general, las demás han sido subvirtiendo el propio reglamento de primarias e imposibilitando la presentación de alternativas. Están diseñadas de tal forma que o bien eres parte de la oligarquía del partido, o bien no te puedes presentar. Realmente, con esta defensa de las bases ¿dónde quedan las bases? En su casa esperando a que las llamen a votar cada cuatro años. Eso no es democracia participativa sino bonapartismo.

3.) Si Sánchez tiene una legitimidad de origen, que no de acto cuidado, las baronías tienen la misma legitimidad que él. Todos han ganado elecciones primarias y/o congresos para ser lo que son. Es más, muchos de ellos tienen la legitimidad de acto porque han ganado elecciones y él no. Así que tan legitimados para hablar y actuar dentro del partido están.

4.) El Comité Federal es el Parlamento de los socialistas elegido en el Congreso Federal por los militantes allí representados y por los Congresos Regionales de la misma forma y manera. No les han votado unos señores que pasaban por allí, ni el Ibex35, sino militantes. Y como Parlamento tiene el poder de contrapeso a las decisiones de la Ejecutiva y el secretario general. La división de poderes, ese producto tan necesario y que se reclama para el Estado como democrático, parece que no lo es tanto dentro del PSOE según los sanchistas. Lo que es sospechoso de poco democrático pues desligitiman al poder legislativo socialista.

5.) La democracia y las opiniones de las bases poco le han importado a Sánchez, como hemos visto, durante este período. Vimos como las opiniones de los militantes de Madrid fueron disueltas, o las de La Rioja, o las purgas de listas. Sánchez ha hecho y deshecho a su antojo cuando ha querido, teniendo un comportamiento más autoritario que democrático.

6.) Los barones son culpables de no haber sido claros por no parecer los malos (lo han acabado pareciendo) y pensar más en ellos que en el partido. Si querían una abstención, por cuestiones financieras de sus comunidades autónomas y ayuntamientos, tendrían que haberlo dicho así de claro. Una postura racional puede ser perfectamente comprensible para la militancia y la ciudadanía, aunque no la compartan. Si explican que se pueden perder, con dato, inversiones, proyectos sociales, etc., el común posiblemente se resigne. Pero han hurtado ese debate claro y conciso. Es más, ellos no abrieron la posibilidad del debate cediendo a los deseos de Sánchez. Con un tercio de los miembros podían haber convocado un Comité extraordinario para eso. Es cierto que Sánchez les engañó regalándoles los oídos, pero que hubiesen sido valientes. Así se habrían ahorrado este espectáculo lamentable.

7.) Sánchez ha jugado con la ilusión y esperanza de la militancia y la ciudadanía de izquierdas, al insinuar unos acuerdo que nunca ha tenido cerca de la mano. Si él hubiese querido, lo hubiese cerrado en la anterior legislatura. O lo hubiese cerrado en julio y haber esperado a la investidura para anunciarlo. Pero no, todo era mentira y juegos de manos para engañar a buenas gentes que confiaban en él. Aunque radicalice sus palabras, él es el verdadero representante de la derecha del partido socialista y del Ibex35. Recuerden que proviene de los balbases (los del tamayazo) y de la cuadra de Pepe Blanco. ha utilizado el No es No para ganarse de manera torticera a la militancia. Pero le ha salido mal.

8.) Tampoco los barones tienen unos ánimos democráticos mayores. Están deseoso de acabar con las primarias para las secretarías generales (invento de Rubalcaba e imposición de Madina) y que todo se resuelva en los Congresos. Porque allí se cuentan soldados y se pueden comprar voluntades con mayor facilidad. Y, además, su modelo de partido es completamente feudal y de vasallaje. Quieren unas federaciones fuertes, rendidas al señor de turno y un partido con un primus inter pares de secretario general. Un igual al que dirigir si hace falta.

9.) Si el debate ahora en el PSOE es debatir entre el bonapartismo del secretario general y el feudalismo de los barones, lo mejor que se puede hacer es cerrar el chiringuito o volver a los antiguos estatutos pre-Zapatitos. No había primarias, pero mandatabas a unos delegados, podías presentar listas alternativas a todo y para todo y, curioso, podías presentar una alternativa al secretario general sin avales, solo con el expreso deseo. No solo están acabando con la ideología socialista, sino que están masacrando la esencia del propio partido por personalismos. Además de personas que, en su mayor parte, no han trabajado fuera del partido y sus alrededores. Sospechen de primarias y demás elementos oligárquicos que vengan a imponerles. Por magnitud no hay posibilidad de democracia directa con debate y diálogo. 

PS. Verán que pongo una foto reciente al principio y otra más antigua al final. En la actual solo hay personas que viven de la política, en la segunda hay políticos. Y en ambas ocasiones había una gran crisis en el partido.