viernes, 21 de octubre de 2016

LA ABSTENCIÓN ¿TAN MALA ES?


El (no) debate suscitado en el seno del PSOE sobre la conveniencia o no de abstenerse, parece haber establecido dos partes: los barones (amotinados) y el resto. Gran simplificación que no permite claramente establecer criterios lógicos para dilucidar qué podría ser más conveniente. Todo se ha establecido en torno a una ideología débil y pasional y una lucha por el poder dentro de una organización agonizante. Los defensores del No parecen ganar la batalla mediática, es fácil ganarla apelando a la irracionalidad, pero son miles los afiliados que callan o no se expresan. El PSOE se ha situado en el silencio de unos y la política espectáculo de otros. Está el partido en la irreflexibilidad, en lo posicional, en la política del amigo/enemigo y nadie parece querer pararse a pensar y reflexionar seriamente. Y eso que argumento racionales existen a ambos lados, pero es preferible la algarabía (que por cierto suele ser el espacio de los mediocres). Olvidan que cuando el PSOE se ha dejado llevar por la turba y la revuelta es cuando peor le han ido las cosas. Cuando se ha parado a pensar, la ciudadanía le ha apoyado. Lo que debía ser tiempo de reflexión se ha convertido en otra cosa.

Sin duda, como ya comenté en un artículo anterior (Dar la cara aunque te la partan), la consulta a la militancia es la mejor fórmula para salir de esta situación crítica. Algo que los sanchistas y demás cabreados no han solicitado hasta fechas muy recientes. Mala cosa cuando dar la voz a la militancia, esa misma a la que dices defender y alentar, es tu segunda preferencia. Pero para poder llevar a cabo una consulta, los militantes deben estar informados de los pros y los contras de las opciones que se presentan. En este caso terceras elecciones o abstención (pues solo cabe una dicotomía). Deben tener un tiempo de reflexión y debate sereno en las agrupaciones donde ambas opciones sean analizadas en varias sesiones. Eso sí, sin criminalizar al que piense distinto y poniendo las cartas sobre la mesa. Y, por desgracia, esto ya no es posible porque una parte del partido se tiró al monte calentando a las masas, en defensa de un dimisionario y de un Congreso Extraordinario y no del debate verdadero. Aún así, la consulta sería buena aunque entiendo que no la harán. Y las firmas, recogidas con pasión, no servirán para nada porque eran para otro fin. Como dice Hannah Arendt, si la política pierde el sentido comienza a autodestruirse.

Voy a exponer lo que entiendo como postura racional, con algún toque ideológico, en defensa de la abstención. En algún momento compararé lo que afirmo con los argumentos de los contrarios. Parto de la base de que los no abstencionistas se sitúan en un contexto de impecabilidad ideológica muy legítimo y pleno de romanticismo político. Se sitúan en la creencia de que las decisiones que se toman no tienen costes y que la convergencia de las ideas en el bien absoluto (oponerse al PP de todas las formas posibles) garantizan la pureza socialista. Padecen lo que en Ciencia Política se llama efecto espejo, el cual busca lo auténtico en sí mismo (en la mismidad) para obtener coherencia y seguridad ontológica frente a la disolución, la liquidación, la quiebra y el vacío. Algo que viene sufriendo la socialdemocracia europea desde hace años. Mi propuesta, a diferencia de lo expuesto, asume el conflicto político y se sitúa en el realismo (no la realpolitik). En el intento de la disminución del dolor (no niego que exista tal dolor) y en la consecución de una sociedad decente, cuanto menos, alejado de la teología política que nos invade. Por tanto, creo que muchos abstencionistas del PSOE tampoco comprarían mi mercancía, pues los veo más en el pragmatismo individualista. Aún así, sabiendo que arreciarán las críticas, expondré porqué creo que la abstención es una buena solución.

Un factor positivo de abstenerse es el sentido pedagógico que puede tener para la sociedad española. Formando España parte de la cultura europea, han sido numerosas las personas que, a lo largo de la historia, han querido hacer de este país algo distinto a su esencia. Desde Felipe II y su idea de las Españas como salvaguarda y bastión del catolicismo, siguiendo por toda la corriente tradicionalista hasta Franco, así como personas progresistas que se agarran a lo español como pureza frente a un mundo globalizado, hemos estado cerrados a lo que supone normalidad en otros países. Abstenciones y apoyos socialdemócratas a partidos liberales/conservadores han existido y por ello no han dejado de ser alternativa (caso de Francia, por ejemplo). En el caso español abstenerse sin claudicar puede ser una ayuda para formar en la sociedad un sentido cívico distinto. Cambiar la política del bueno/malo, del agonismo que pretende liquidar al adversario a toda costa, cambiar el guerracivilismo patrio por una pedagogía distinta. Ser adversario no supone ser enemigos. La confrontación es trágica y real, sin duda, y dolorosa, pero la superación de la herida es mejor que el óbito continuo. Si una tercera España es posible y deseable, una España sin enemigos, con confrontación, sin estar peleados con nuestro pasaporte, es ahora cuando esa abstención puede ser el primer impulso pedagógico para la misma.

Obviamente, abstenerse supone mellar la ideología socialista actual. va a producir dolor (como dolor producen otras peleas internas), pero hay que ser conscientes de que ninguna ideología es absoluta ni sacra. La defensa del No, salvo rarísimas excepciones, encuentra su fundamento en una verdad absoluta. Por tanto toda acción de esa verdad nos debería llevara a un mundo idílico. Pero la historia nos ha demostrado que no existen esos mundos futuros, que la irreflexividad del mito de la Edad de oro al final genera el desafío de la desaparición. (Todo esto que digo vale igual para el neoliberalismo) Solo desde el realismo y sus distintas variantes el socialismo puede abrirse camino (como hicieron Marx; Bernstein y demás idola tribu socialistas). La ideología ha de ser la inspiración o ética que impulse el análisis y la acción política. Pero si esa llama se traslada a un altar para idolatrarla se pierde perspectiva y el sentido de las cosas. Abstenerse hará daño, pero se lo hará también al mito que encierran las siglas, que no a las acciones políticas. En el parlamento europeo los mismos que aquí se rasgan las vestiduras por el No, votan en favor del TTIP o el CETA junto a liberales y conservadores. Por no hablar de numerosos pactos más. ¿Es lícito ese chalaneo allende nuestras fronteras pero aquí no? Eso suele llamarse doble moral.

Creo que existe igual merma ideológica salvo que lo de aquí se defiende como pureza ideológica. Y en el terreno de la fe solo la creencia es válida y yo no puedo competir porque no hay argumentación posible. Es más ¿cuál es la ideología del PSOE que se va a fracturar? nadie es capaz de explicarla seguramente. Porque en la actualidad el PSOE es un partido cartelizado que vive del Estado, con una ideología líquida más cercana a la última demanda de un "lobby progre" o de la asociación de turno, que a una reflexión global sobre la sociedad que realmente se quiere. Todos los dirigentes, desde los protestones a los amotinados y los que quieren llegar a ser, o son miembros o jamás actuarán en contra del bloque en el poder. Por tanto, si abstenerse sirve para bajar la llama del altar al suelo, ¡¡bendita abstención!!

En el bando del No se dice que da igual ir a terceras elecciones aun sacando 40 diputados. En el bando abstencionista se quieren proteger los 84 que aún se tienen. Ambos tienen razón desde su perspectiva pero la dejan de tener si aplicamos un análisis más global y racional. Ir a terceras elecciones supondría, sin duda, jugar a la ruleta, no sabemos qué número podría salir. O lo que es lo mismo, se podría subir, bajar o quedarse igual. Si el PSOE acude a terceras elecciones, fuera de otras posibles consecuencias, conservará probablemente la pureza ideológica líquida en la que está ahora con más o menos 40 diputados (si hacemos caso a las encuestas). Habrá ganado lo puro, pero también la irrelevancia política (que es la otra cara de la moneda). Y el PSOE pasará de ser lo que se construyó desde la transición a ser el partido Anguita. Puro, irrelevante y simpático. Eso sí, con deudas y cerrando agrupaciones por falta de presupuesto. Se hará socialismo de ordenador y poco más. Paradógicamente, además, el partido quedaría en las manos de los cargos públicos. Si se quejaban de la oligarquía de las baronías, en ese caso tendrían el doble. Pero puros y absolutos.

¿La abstención propiciaría no estar en la irrelevancia? No se puede afirmar categóricamente. Lo único que da la abstención es tiempo para pensar y saber qué ser. Algo sumamente necesario y fundamental en estos momentos. Evidentemente con 85 diputados se estaría mejor numéricamente y eso proporciona una serie de beneficios que con 40 no se tiene. Mas es el tiempo lo que resulta fundamental Y más ahora que la militancia parece haber tomado conciencia de que sin su participación activa las cosas no se mueven y no cambian (o cambian a peor). La abstención permitiría canalizar toda esa energía de las bases en algo productivo, positivo y programático. Posiblemente los que defienden las abstención desde la cúpula no quieran esto, pero ahora es el momento de la rebelión racional, no de la pasional. De todo esto pueden surgir liderazgos (verdaderos) que reconduzcan la situación o no, mas el riesgo se corre con esperanza. Que la limpieza de corrales se haga desde la base y no desde la cúpula. Que sea la militancia la que elimine. No me vale que unos caudillos quiten a otros para ponerse ellos (y caudillos, césares, y demás unipersonalismos hay en la ejecutiva federal y en el resto de organismos), para eso mejor no tocar nada. Han de ser las bases quienes aporten el fulgor del cambio. Y eso con elecciones y decepciones mediante no es posible.

Un tema recurrente de los baluartes del No es que apoyar al PP sería legitimar la corrupción de ese partido. la corrupción es un grave problema que existe en los partidos cuando se sienten intocables o de personas sinvergüenzas. Ningún partido en España se ha visto libre de casos de corrupción. Pero si es malo para el PP, también lo será para el PDC del 3% catalán ¿no? Y el PSOE debería dejar el gobierno de Andalucía por los EREs y los Cursos de Formación ¿no? Y en corrupción no hay gradación, toda es terrible. Y si esa corrupción está derivada de sentirse intocables ¿debería el PSOE permitir que obtengan las mayoría absoluta o relativa junto a Cs? Yo entiendo que no. Que ahora es el momento en que, gracias a la abstención, se pueden endurecer las leyes anticorrupción, que se puede poner en su sitio al PP y, lo principal,regenerar el sistema entre todos. Como corrupción tienen todos (algunas cosas van saliendo de Cs y de Podemos), lo mejor es aprovechar que ningún partido tiene realmente una fortaleza suficiente en el parlamento para atajar de raíz este mal de nuestro sistema. Caiga quien caiga. Políticos y empresarios.

Según los del No, nadie garantiza que el PP vaya a aguantar mucho tiempo gobernando sin chantajear al PSOE para más cosas. Obviando que el 80% de los presupuestos están determinados por Bruselas, pues estamos intervenidos de facto, no creo que por ellos nos vayan a chantajear. Las palabras de unos y otros no son más que puro teatro. Son lentejas presupuestarias. Y si recurren al chantaje continuo la merma será de ellos y no del PSOE. Con el paso que va a dar, el PSOE va a llevar el sentido democrático a un puesto desconocido en España, si el PP lo niega pierde ahora y dentro de un año. Así que habrá gobierno, al menos, durante dos años. Y en ese tiempo el PSOE es capaz de pensarse y de resurgir. Incluso en menos tiempo. Además, se puede añadir que España está sometida a una grave crisis sistémica cuya única salida es una serie de consensos para cambiar las partes afectadas de la estructura política. Abstenerse, por tanto, no es para claudicar continuamente sino para negociar importantes reformas que son vitales. Y ahí sí podrá el PSOE mostrar su ideología (nueva o reformada). Sin olvidar que la grave crisis económica, la que sufren los ciudadanos que son los que realmente importan en toda esta historia, necesita de normalidad y tranquilidad para poder ser superada con garantías. España, entonces, está frente a dos grandes retos que determinarán su futuro y un PSOE puro e irrelevante no sería de ayuda. Un PSOE con cabeza sí lo podría hacer.

Otra cuestión, que es olvidada por unos y por otros, es que incluso en una mala situación, existen en el Estado numerosos intersticios por los que se puede atacar al bloque en el poder. La coalición dominante puede creer que vence, pero el parlamento como soberanía popular es una fuente de legitimación enorme. Si la postura del PP fuese vetar todas las iniciativas del Parlamento quebraría los propios fundamentos de la democracia y tendría que salir huyendo porque ni la coalición dominante podría protegerlo (ya tienen al PP naranja). Y la coalición dominante quiere tranquilidad y mesura para poder seguir siéndolo. Además si esa fuese la actitud del PP, tras el paso dado por el PSOE, el sorpasso se lo darían los socialista a los populares. Lo que quiero decir es que con la abstención iríamos a una legislatura de consensos, debates y diálogo. Y en ese terreno el PSOE puede obtener muchos beneficios para la ciudadanía y frente a opositores a su izquierda.

Por cierto, ¿quién ha dicho que tras unas terceras elecciones no fuese necesaria la abstención del PSOE? Nadie puede garantizar lo contrario. Pero ir a esas terceras elecciones harían un gran daño a la democracia que nos hemos dado, por imperfecta que sea. Sufriría tal desgaste que habría que ver por dónde saldría. Ahí sí que habría caldo de cultivo para las tenebrosas fuerzas ocultas que siempre acechan a la democracia. Y abstenerse en unas terceras sí que sería claudicar y la desaparición del PSOE. Y los oponentes tan contentos. Si en Podemos y en parte del PP no ven con malos ojos las terceras elecciones, debería ser suficiente motivo para reflexionar entre las huestes socialistas.

Dijo en su momento Pablo Iglesias que había que ser españoles antes que socialistas, que los problemas de España eran los mismos que los del proletariado. Y en eso seguimos. La abstención, que para unos es un mal mayor y para otros uno menor, para mí es una decisión trágica que hay que tomar, pero que puede ser positiva si se canaliza bien. Es la oportunidad de generar un movimiento pedagógico que regenere mentalidades y actitudes. Es ganar un tiempo precioso para pensar qué debe ser el PSOE, si seguir la senda líquida y agonistica del zapaterismo y que le ha llevado hasta aquí, o ser un verdadero partido de izquierdas del siglo XXI. De esto por mor del espacio no hablaré aquí sino en el siguiente artículo. La abstención no debe ser una claudicación al poder de la coalición dominante del bloque en el poder (si es que es posible), al contrario debe ser la primera piedra del cambio radical. Pero para eso hay que ganar la batalla ideológica y con el pensamiento líquido, pobre y bioideológico del PSOE actual no es posible. Porque actualmente el PSOE no es más que el lado buenista del bloque en el poder. Y esto lo desean amotinados y cabreados porque comen de ello. Así pues abstención sí, pero para transformarse y transformar. No para ser corifeos de Podemos, del PP, de Cs o del sursum corda. Todo ello sin olvidar que no hay verdades absolutas pero sí personas que dependen de lo que se haga en los próximos años en España.