Y el debate se produjo, pero no se hizo la luz. Haciendo un símil
taurino “Corrida de expectación, corrida de decepción”. Sí, sentimos decirlo
pero fue una decepción el tan cacareado debate a cuatro. Por un lado, que el
representante de Unidad Popular-Izquierda Unida no estuviese es lamentable por
la pérdida de legitimidad del mismo que ha supuesto. Aunque bien es cierto que
al ser un debate en un grupo mediático privado estaban en su derecho de
organizarlo tal y como deseasen… pero que no nos intenten vender motos
legitimatorias. Y, por otro lado, la ausencia del presidente “plasmagórico”
(disfrutando del puente en Doñana a cargo de todos los contribuyentes) resultó
impresentable. Le sustituyó la señora Sáenz de Santamaría que, haciendo uso de
una escuela de pensamiento empresarial, lo justificó afirmando que en el PP son
un equipo y que cualquiera representa al conjunto con igual legitimidad y
fortaleza. Nos preguntamos entonces si con la cantidad de casos de corrupción
que afectan directamente a miembros destacados de ese equipo ¿por qué no ha
dimitido el equipo ya que todos serían responsables? O ¿por qué se enfadan al
decir que el PP es un partido corrupto si todos son equipo?
De igual forma, el formato elegido para desarrollarlo era
bastante mediocre. Los candidatos y la candidata de pie todo el rato y sin
poder moverse más allá de las marcas que tenían. Preguntas inocuas o más
enfocadas a la carnaza periodística. Agresividad de los supuestos moderadores
(¡¡señoras y señores periodistas ustedes no son los importantes!!). Grandes
temas que apenas se tocaron de soslayo. Saltos de candidato a candidato sin ton
ni son. Mejorable en todos los aspectos pero lógico y representativo de la
actividad periodística que tenemos en el país. Una actividad que imbuida del
espíritu del rey sol afirma sin rubor “La opinión soy yo”. Debemos ir, por
tanto, al análisis del debate en sí y de lo mucho o poco que nos ofreció.
PRESENTACIÓN
En términos generales los tres candidatos y la candidata se
mostraron tensos durante la presentación. La rigidez de los cuerpos era patente
en todos los casos y en algunos incluso se eligió desafortunadamente una indumentaria
inadecuada. Pedro Sánchez optó por una mezcla de seriedad y sport que no daba
bien en pantalla en los planos generales y en los de cuerpo entero. Sin duda la
parte superior proyectaba una imagen de presidenciable (que no está mal). El
error se encontraba en la parte inferior con unos pantalones de sport, que no
hacían juego con la chaqueta elegida y unos zapatos incombinables con todo el
atuendo. El impacto visual resultaba poco agradable a la vista.
Sobrio se presentó Albert Rivera pero excediéndose en las
posturas de medio lado para buscar una sonrisa cómplice y que en pantalla
resultaba falsa o al menos impostada. De esta forma transmitió superficialidad
y recordaba más a Julio Iglesias que a un candidato a gobernar el país. Quien
le hay dicho a este hombre que es el Kennedy español debería retirarse y
dedicarse a otros menesteres.
Sáenz de Santamaría se presentó sobria para ir a una fiesta y
fiestera para ir a un debate televisivo. ¿Tacones de aguja? ¡¡¡Por favor!!!
Además el modelo elegido reafirmaba sus puntos débiles.
Pablo Iglesias por su parte acudió tal cual nos tiene
acostumbrados. Desde luego es ventilar la casa política y no tener que
disfrazarse para hablar de política y gobierno. Tal vez debería haber elegido
otro tono de camisa para que no reflejase el sudor de los sobacos, aunque
acertó al tener un bolígrafo en la mano para desviar tensiones corporales.
Curiosamente ninguno eligió sentarse en los taburetes que
tenían a su disposición mientras no hablaban (o incluso para hablar). Les
hubiese permitido estar más relajados y transmitir mayor cercanía al expresar
sus opiniones. Pero dejemos el lenguaje no verbal y vayamos al análisis del
discurso.
La presentación del debate produjo una retahíla de frases
manidas y eslóganes ya muy escuchados por la ciudadanía. Todos recurrieron a
las encuestas para justificarse y para intentar proyectarse. Pedro Sánchez
marcó territorio respecto a sus oponentes y acertó al destacar al PSOE como
único capaz de cambiar la situación (los otros no lo hicieron con esa firmeza
desde luego). Rivera, muy nervioso y con cierta altanería, también marco
territorio pero erró al no definirse en la posibilidad de apoyar o no otros
partidos. Insistió en el ÉL gobernaría (no su partido) pero dio la impresión de
estar entre dos aguas.
Pablo Iglesias insistió en que su partido representa a la
mayoría de las personas e hizo muy bien al no responder a la pregunta de los
moderadores (pregunta que poco o nada tenía que ver) y responder al resto de
los debatientes por los ataques sufridos por las encuestas. Esto le hizo ganar
puntos sin duda y le permitió enlazar con el tema que le habían propuesto
alabando las cualidades de un militar de alto grado y compromiso que integra
sus filas. La vicepresidenta, por su parte, hizo lo que pudo para justificar la
ausencia del presidente plasmagórico recurriendo al tópico del equipo, pero
dejando entrever muchos nervios e inseguridad en su respuesta. Luego pasó al
eslogan de los mal que los hizo el presidente
Rodríguez y que ellos eran los salvadores patrios.
ECONOMÍA
En este apartado del debate, en términos generales,
sobresalieron tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias. Lógico en el caso del
primero pues es doctor en Ciencias Económicas y sorprendente en el caso del
segundo porque se manejó a la perfección en un entorno que no es el suyo
propio. Ambos fueron los que lanzaron las propuestas más realistas, concisas y
apegadas a la realidad de los datos macro y microeconómicos de España.
Pedro Sánchez estuvo sobrio y se le notó, obviamente, que
dominaba perfectamente los números (incluso se permitió el corregir al propio
gobierno con sus propios números en varias ocasiones) y nos ofreció propuestas
en materia laboral, impositiva y de déficit público realistas, afirmando además
un claro compromiso como futurible presidente del gobierno. Estuvo muy acertado
al desmontar política y económicamente a Rivera y sus propuestas de contrato
único y de reducción del déficit. La subida del salario mínimo interprofesional
y la renegociación del déficit público fueron sus dos puntos más firmes.
Además, como también hizo Iglesias, acertó al insistir que el déficit público
viene determinado por las ayudas a la banca y no por cuestiones de gestión
pública.
Pablo Iglesias inició su discurso atacando a la falta de
realismo de los demás partidos respecto a la situación en la que viven millones
de ciudadanos y ciudadanas y al combatir con números y bastante elocuencia las
propuestas de Rivera y Sáenz de Santamaría. Sus propuestas económicas fueron
concretas y muy reales (nada que ver con las acusaciones recibidas sobre Grecia
y Venezuela) como: cambiar la base productiva e industrial del país; los
diferentes tramos del IVA; los impuestos directos e indirectos en función de
las ganancias; las tasas a la riqueza y la subida del salario mínimo
interprofesional. En términos generales acertó en casi todas sus intervenciones
y estuvo especialmente hábil al exponer que donde gobierna Podemos se pagan las
deudas y se reduce el déficit sin dañar a la mayoría de ciudadanos.
Soraya Sáenz de Santamaría tuvo un discurso muy de gobierno
como salvador de la patria y fió toda la mejora de la calidad de vida al
crecimiento económico del PIB. Cualquier economista le diría que crecer en el
PIB no tiene por qué implicar un aumento de la calidad de vida de la mayoría
(así lo demuestran los datos de numerosos países). En su debe también debe
estar el que no explicó cómo y a costa de qué se crecería. No supo responder a
los recortes en el estado de bienestar, ni al aumento del déficit de la
Administración General del Estado. Afirmó sin rubor que las pensiones habían
subido con ellos en el gobierno. Lo que no es falso porque lo han hecho un 0.5%
en cuatro años pero si la inflación media ha sido del 2% nos parece que algo
han perdido por el camino. Pero en términos generales estuvo en su papel de
gobierno aunque se le notaba que era una materia que no dominaba a la
perfección.
Albert Rivera se vio desarbolado por completo en este asunto
tanto por la izquierda como por la derecha. Su plan estrella para recuperar el
empleo del contrato único fue rebatido con argumentos sólidos y datos
poniéndolo en entredicho. Recurrió al topicazo de querer ser Dinamarca sin
ningún efecto y observándose una carencia total de conocimientos en la materia.
Respecto al déficit cayó en la banalización al afirmar que eso con una tabla de
datos (supones que Excel) se veía fácil como reducirlo. Y al verse sin argumentos
dirigió sus críticas a parte de la Administración del Estado a la calificó de
improductiva sin especificar más. Salvo quitar las diputaciones provinciales
(algo que están de acuerdo todos los partidos contendientes), no explicó cómo
bajar los impuestos, ni como reducir el déficit. Mal, muy mal en este
territorio.
EDUCACIÓN
En este apartado la vicepresidenta defendió la reforma del
gobierno con la LOMCE y recurrió a la unidad lingüística para hablar de
educación. Suponemos que, independientemente del idioma utilizado, lo
importante será el contenido ¿no? Se le notó que no dominaba la materia y no
justificó sus propuestas. Un discurso pobre y muy conservador.
Albert Rivera comenzó pidiendo un pacto para una generación
pero se equivocó en el resto de propuestas demostrando su escaso conocimiento
del ámbito educativo y cierto exceso de soberbia. Propuso un MIR para el
profesorado (sin especificar qué es eso) y dando por supuesto que en la
actualidad para ser profesor o bien tienes que hacer un master con sus
prácticas (infantil, primaria, ESO y bachiller) o bien tienes que ser
calificado por una agencia estatal (ANECA para la Universidad). La realidad
actual se asemeja bastante a un MIR ¿no? Insistió en la educación en dos o tres
lenguas y solicitó una reforma de la Universidad para saber qué trabajo puede
hacerse al terminar los estudios (sic). Otro error de desconocimiento de la
actual Universidad, que puede ser mejorable sin duda.
Pedro Sánchez, más relajado según avanzaba el debate, animó a
crear una gran ley educativa donde estuvieran todos los partidos de acuerdo y
acertó al prometer con firmeza el mantener la financiación del sistema educativo
y convertir las becas un derecho si se cumplían los requisitos solicitados.
Pablo Iglesias dio una lección de conocimiento del tema que
se estaba tratando. Habló con claridad, recordó las marchas verdes (donde sí
estaba la UGT pero poco se vio al PSOE) y propuso que el pacto por la educación
no solo tuviese a los partidos políticos sino incluir al profesorado, las
AMPAS, los estudiantes y los demás colectivos afectados. Además propuso
reforzar el derecho constitucional de la Educación e hizo ver la diferencia de
clase entre los que defendían y utilizaban la escuela pública y los que
utilizan la escuela privada.
CORRUPCIÓN
La vicepresidenta quedó retratada en este punto, como era de
esperar, y se excusó hablando de explicaciones y de sentimientos de vergüenza.
Pero nada de las responsabilidades políticas. Se la notó muy nerviosa y con
escasa capacidad de reacción.
Pedro Sánchez estuvo sobrio pero poco más que destacar salvo
dos o tres andanadas que lanzó al PP.
Obviamente en este tema los dos partidos que nunca han
gobernado tenían que salir reforzados pero ¿lo hicieron? Pablo Iglesias acertó
de pleno al establecer cuáles eran los puntos calientes de la corrupción y
además su cambio de expresión corporal y del tono empleado ayudaron a reforzar
su discurso.
Albert Rivera, por su parte, fue quien hizo las propuestas
más claras en este terreno como la verdadera separación de poderes y el no
indultar a los condenados por corrupción. Eso sí, no entendió nadie como la
reforma electoral podría acabar con la corrupción y así se lo hicieron ver los
demás participantes. Aunque fue la tónica suya toda la noche, intentar meter con
calzador propuestas (que él cree estrellas) en momentos no apropiados o
inadecuados. Además, Iglesias le hizo ver su “muleteo” tanto con el PSOE de los
EREs como con el PP de la Gurtel y con eso le desarmó.
REGENERACIÓN DEMOCRÁTICA
Tanto en el apartado anterior como en este los candidatos y
la candidata tuvieron la oportunidad de lanzarse las puyas típicas de todo
debate electoral y que hacen gracia a los fieles y convencidos o a los periodistas
pero que no sirven más que para animar o desanimar según se mire.
En este punto concreto creemos que reinó más la confusión y
donde se notó más desarbolada a la derecha española. Sáenz de Santamaría
insistía en que gobierne el que más votos saque (haciendo además una estúpida
alusión al campeonato de fútbol), lo que fue desmontado por Iglesias al
recordarle que estamos en una democracia parlamentaria y gobierna quien más
apoyos recibe.
Rivera por su parte pidió la desaparición del Senado (¡¡qué
manía han cogido con esta cámara!!) y su permuta por una conferencia de
presidentes autonómicos, proyecto que fue perfectamente desmontado (¡otro más!)
por la vicepresidenta al recordarle que Mas sería el representante de todos los
catalanes.
Pedro Sánchez insistió en una gran reforma constitucional
mediante el consenso y Pablo Iglesias en la reforma de la ley electoral para
hacerla más proporcional, sumándose además a la reforma de la carta magna.
Salvo al representante de Podemos se les vieron las costuras a los otros tres
candidatos pues es un tema que no dominan ni en la teoría ni en la práctica.
CATALUÑA
Era el punto donde las discrepancias se tenían que hacer más
patentes y así fue. Todos garantizaron la unidad del Estado español pero desde
visiones altamente dispares. La vicepresidenta retomó el discurso de la
legalidad y el conservadurismo. Afirmó la indisolubilidad de la nación española
y se negó cualquier propuesta de referéndum. Eso sí, confundió Estado con
nación (hubiese suspendido de ser alumna nuestra) y afirmó que en España solo
existe una nación, la española. Le faltó recordar a los reyes católicos y decir
una grande y libre.
Albert Rivera pecó de prepotencia por su condición de catalán
y al intentar negar legitimidad a los demás en esta materia. En términos
concretos siguió el modelo constitucional y achacó, con razón y tal y como
hicieron los demás candidatos, el aumento de independentistas al gobierno del
señor Rajoy.
Pedro Sánchez propuso la creación de un Estado federal (no
sabemos si simétrico o asimétrico, como bien le recordó Sáenz de Santamaría)
dentro de la amplia reforma constitucional. Un federalismo que pueda encajar a
las distintas nacionalidades que conviven en el Estado español. Aun sin saber
qué es eso del Estado federal, al menos sí acertó al afirmar con contundencia
que, independientemente de las leyes, frente a los retos políticos hay que
ofrecer soluciones políticas.
Como se preveía Pablo Iglesias fue el más atrevido al
proponer el derecho de autodeterminación con locuacidad y sentido común. La
derecha patria se le echó encima con argumentos legalistas y arcaicos pero que
no pudieron, a nuestro parecer, desmontar el derecho y el referéndum. Ahora
parece, según la derecha española, que la ONU es el sancta sanctorum del pensamiento político mundial, pero sentimos
decirles que no es así. Igualmente chisposo estuvo Iglesias al recordarle a
Sánchez que el PSOE en 1977 propugnaba en derecho de autodeterminación de los
pueblos. El socialista lo negó y se equivocó al negarlo (copia mental: enviar a
PS una copia electrónica de nuestra tesis doctoral para que vea que se equivoca
y conozca algo de la historia de su partido).
VIOLENCIA DE GÉNERO
En este punto concreto la verdad es que todos estuvieron
lamentables y ofrecieron una imagen patética y de desconocimiento del tema.
Antes ya se habían peleado por ver quién era el partido más paritario, que por
mucho que quieran decir nada esa virtud no se la pueden negar al PSOE y sus
políticas de igualdad, pero en este punto patinaron. Salvo Pedro Sánchez que
habló de educar para poder combatir la violencia desde la raíz, el resto habló
por hablar.
La vicepresidenta del gobierno rozó la payasada
lamentablemente al dirigirse a las jóvenas para evitar el ciberacoso y la
presión de los novios (lo que es un hecho real, no obstante), además con una
voz rayando el lloro lamentable, muy lamentable. Debe ser que ha visto la
última campaña de la Secretaría de Igualdad de la UGT (en la que orgullosamente
hemos participado en el diseño) pero sin entenderla, claro. Es más, como puede
ni siquiera hablar de este tema cuando en su partido no se habla de violencia
de género sino de violencia doméstica. Muy lamentable.
Nadie habló de combatir al mal en su raíz, esto es, al
patriarcado como ideología que sustenta el machismo inherente a la violencia de
género. Nadie habló de micromachismos. Nadie habló de brecha salarial. Nadie
habló de desigualdad en numerosos órdenes de la vida. Nadie habló de lo importante.
CONCLUSIÓN
Obviando el final autolegitimador, se nos ocurre que la
conclusión podría ser “¡Madre mía deberíamos salir corriendo de este país si
alguno de estos nos gobiernan!” (muy en consonancia con el carácter ácrata
español). Pero siendo sinceros creemos que salió muy reforzado del debate Pablo
Iglesias y en menor sentido Pedro Sánchez. Ambos mostraron solvencia, recursos
y propuestas suficientes como para constituirse en una verdadera alternativa de
gobierno. Y si nos tuviésemos que decantar por un vencedor sería Iglesias a los
puntos frente a sus rivales. Pedro Sánchez aunque estuvo solvente también se
mostró muy gris durante algunas partes del debate, nervioso y muy tierno.
Soraya Sáenz de Santamaría, tras la incomparecencia del presidente
plasmagórico, supo reforzar su discurso para su gente con fases de mayor
acierto pero muy gris durante todo el debate. Dudamos que haya podido hacer
daño a C’s pero al menos igual ha podido contener la grieta en su electorado.
Y, por último, el gran derrotado del debate Albert Rivera. Estuvo nervioso, se
le notó incómodo, la sonrisa transmitía falsedad y acabó por perder la batalla
de la centralidad y de la defensa de España. No supo distinguirse como liberal.
Y sus propuestas cayeron en cántaro roto, quedando desarmadas por los otros
contendientes. Sufrió un KO técnico sin duda.
En términos generales el debate para poco sirvió. Reforzó a
los fieles y seguramente hay hecho penarse el voto a más de una y uno respecto
a C’s, lo que ayudaría a PP y PSOE a recuperar algo del terreno perdido. Pero
la próxima vez que hay un debate que piensen en la ciudadanía, no en los
periodistas.