jueves, 5 de enero de 2017

TENEMOS UNA IZQUIERDA QUE NO NOS MERECEMOS



Tenemos una izquierda en España que realmente parece cualquier cosa menos una izquierda. Dando por amortizada a Izquierda Unida, pues así lo quieren sus máximos dirigentes, nos quedan dos partidos que sen encuentran divididos. Para mal o para peor no parece que las soluciones que se aporten en los próximos congresos vayan a mejorar la situación actual. Como máximo tendremos dos partidos con una oligarquía al mando pero ¿con una clara visión ideológica del futuro?

PSOE

El histórico partido socialista se debate en estos momentos entre, al menos, dos posibilidades. Dar continuidad a las políticas de la Gestora y de la Gran Coalición mediante el ascenso al poder de Susana Díaz (o persona interpuesta), o volver a las políticas de nosesabequé de Pedro Sánchez. Y una tercera vía, con Rubalcaba, en la sombra supone seguir en la misma senda.

Susana Díaz encarna lo peor que ha ido gestando el socialismo patrio durante años. Capacidad intelectual bajo cero, gestión para mantenerse en el poder y una ideología trufada de lugares comunes de lz nueva izquierda que fracasó a principios de siglo. O de buenismo si lo prefieren. Pedro Sánchez es lo mismo. No se equivoquen. ¿Cuál es la diferencia? Ninguna. Salvo que en el caso de Sánchez se ha apuntado al carro de la democracia interna en el PSOE. Ni una ni otro tienen proyecto futuro tanto de gestión como ideológico. Dudo que sepan como está configurado el sistema social en la actualidad. Así que para pedirles opinión sobre el futuro, aunque sean deseos, mejor esperamos a otros.

La desgracia del PSOE es que se enfrenta a la aniquilación por dejación de funciones (lo que representaría Díaz) o al encumbramiento al Olimpo socialista de una persona totalmente incapaz, Sánchez. A Díaz le pueden haber tocado los dioses del socialismo, pero a Sánchez le debieron tocar los astros de la negligencia. Se quejan los seguidores de Sánchez que la Gestora está purgando. Pues en la misma forma en que lo hizo el "niño bien". O ¿es que llevarse por delante las federaciones madrileña y gallega no es purgar?. Ninguno de los dos plausibles candidatos son de fiar. Carecen de ideología más allá del mantra de partido y en lo orgánico la democracia es algo que les provoca urticaria.

Algo bueno sí ha ocurrido en los últimos tiempos dentro del PSOE. La Gestora con sus desfachateces ha conseguido transformar a muchos afiliados en militantes. El afiliado es esa persona que acude a reuniones para escuchar, vota lo que le dice su cacique de turno y apoya al partido en la campañas electorales. El militante pelea y habla dentro de la organización, toma posición más ideológica u orgánica, se deja comprar más fácilmente (no quiero obviar lo negativo), pero reclama democracia y compromiso. Ahora en el PSOE existen más militantes y eso supone una inyección de energía positiva en la organización. El proceso dialéctico de situar al PSOE en posiciones de rendirse con total evidencia al bloque en el poder, ha generado su antítesis en la formación de un cuerpo de rebeldes.

El PSOE debería abandonar las chorradas de la Nueva Izquierda, del buenismo, de la moral cristiana que pueblan su actual ideología y pasar a analizar con rigor el sistema. Sigue anclado en un discurso que pertenece a un tiempo que ya pasó. No hay pacto por el bienestar desde hace 30 años como poco, pero se sigue hablando como si la lucha fuese sólo el Estado de Bienestar. ¡No! No quiero un Estado benefactor que sea mal gestionado en favor de unos cuantos amigotes. Así sean de izquierdas o de derechas. El PSOE debe ser consciente de que o se está con el bloque en el poder (como lleva desde 1982) o se está con la ciudadanía. Aquí tampoco se puede estar en misa y repicando. No valen parches liberales para tapar los errores sistémicos. Sino la transformación del propio sistema. Y para eso hace falta entenderlo. Algo que hace muchos años que el PSOE no hace con pensamiento transformador aunque sí con maneras acomodaticias. 

Lo ideal sería la presencia de una tercera vía completamente de izquierdas. No García Page no es de izquierdas y Patxi López se parece más a un cura de pueblo. Pero esa tercera vía, que en tiempos pretéritos encarnaba Pérez Tapias, ya no es posible porque la militancia está al puro juego del poder, de la guerra cainita, de la venganza o de la rendición a los poderes fácticos con todo el arsenal. Así que casi mejor que se disolviese y aquí paz y después gloria.

PODEMOS

La situación en el partido morado, no siendo halagüeña, es un pelín mejor que la del partido socialista. Al menos tienen un debate de estrategia política con algún toque ideológico. La división, empero, es bastante más profunda que la del PSOE. Existen tres facciones claramente definidas que van de arriba a abajo en la propia organización. Si pudiesen solventar de manera democrática la existencia y convivencia de las tres facciones tendrían mucho ganado. Pero el carácter leninista del amado líder creo que impedirá ese proceso. Pablo Iglesias está tan pagado de sí mismo que no puede abrirse al pluralismo y a otra cosa que no sea él y su circunstancia. Entiende que el partido es lo que él entiende que es. Esto es, su voluntad y su táctica son las mejores porque son suyas.

El artículo de Monedero diciendo que sin Pablo Iglesias Podemos desaparecería (y os jodéis), es el claro ejemplo de entronización y divinización de una persona en el poder. Querer establecer una capacidad carismática en Iglesias, como se hacía con los reyes medievales, supone que el partido perderá toda capacidad de autoanálisis y de crítica. Ya se ha visto en los últimos procesos regionales como los pablista han ido laminando a los errejonistas con el consentimiento de los anticapitalistas, que se han beneficiado de ello. Idolatrar a Iglesias supone a medio plazo matar el proyecto. Solo hay que mirar lo que ha venido pasando en el PSOE para darse cuenta.

En el debate estratégico las posiciones son más calle y volver a representar al proletariado, que es la opinión de Iglesias, y más diálogo y transformación de la sociedad que es la posición de Errejón. Anticapitalistas están en el viejo estructuralismo leninista y casi no cuentan en esto. La posición de Iglesias puede tener réditos a corto plazo y dar muchas portadas y programas de televisión, pero yerra por dos motivos fundamentales. Primero, la política hecha con las tripas sirve para períodos cortos de movilización pero no para gestionar o crear leyes. Y mientras estemos en un sistema democrático-liberal ese factor es determinante. Y, segundo, porque el sujeto de acción colectiva al que se refiere Iglesias prácticamente no existe. El debate sobre la clase en sí o para sí fue eterno y erróneo y parece que Iglesias persiste en el error. Los factores de producción generan la pertenencia de clase sí, pero si ya no existen los factores que generaban el proletariado (al menos en gran parte de las sociedades occidentales), a poco proletario puedes defender. Además, la determinación de clase tiene un componente supraestructural que los pablistas desestiman.

Creo que la posición de Errejón, que no es completamente incompatible con ciertas dosis de tripas, es mucho más acertada. Para conquistar el poder hay que trabajar con ciertos parámetros supraestructurales o mentales, si se prefiere, que no son incompatibles en sí, pero que sí deben armonizarse. Ganar el pueblo, como reto populista, exige un proceso de transformación societal que necesita de pactos y acuerdos por el camino. Querer que las personas piensen y actúen en el modo correcto para poder transformar el sistema no se consigue con gritos, sino con leyes, republicanismo y mucha pedagogía. Esto Iglesias no lo entiende, pero los errejonistas sí. Por eso sus intentos de pluralizar Podemos, de volver a los círculos, de hacer pueblo. El inconveniente de esta propuesta es que el hambre se pasa hoy, que las mujeres son asesinadas hoy, que el sistema responde. En otras palabras, el tiempo juega en su contra.

Estamos, como se ve, ante un panorama en la izquierda donde los más atractivos (PSOE) son incapaces analizar y ser algo más que un mero apéndice del bloque en el poder. Y los que analizan mejor (PODEMOS) son incapaces de tener una estrategia adecuada.